domingo, 4 de julio de 2010

Cap VII: Siempre me molestan

[Dibujos: Erii*]

Delia y yo habíamos estado caminando en silencio por todo el pasillo, hasta llegar a la puerta del colegio. En realidad, no todo era silencio: Nos preguntamos cómo estábamos, cómo nos había ido en el examen que nos entregaron y cualquier otra cosa que no fuese nada relacionado con la última vez que nos vimos. Yo era algo cobarde para empezar los temas (debo admitirlo), mucho más si se trataba de pedir disculpas a alguien; sin embargo, hablé de una vez.

-¿Delia por qué te has desaparecido durante estos días? -le pregunté
-¿Qué? ¡Todos los días he ido al colegio! -me respondió
-Pero ya no me saludabas... -le dije, avergonzándome un poco-. O sea... ¡No hemos hablado desde la última vez que nos vimos! Cuando me enseñaste Historia...

No sé si fue mi idea, pero noté que Delia dibujó una sonrisa sarcástica en su rostro. Estaba ansioso por saber cuál era su respuesta: ¿En serio se había molestado por el hecho de que me riera cuando me molestaban con ella?

-¿Soy la única que debe saludar? -me preguntó, dejando un poco en evidencia su orgullo
-No... No me refiero a eso -le dije-. No te he saludado porque simplemente no te he visto por ningún lado... -agregué- Además, ese último día que nos vimos, te levantaste de tu asiento y te fuiste sin despedirte.
-Te hice "adiós" con la mano -me dijo
-Sí -asentí, aburrido de que ella prolongara el tema- Pero después de eso, "despareciste" y ya no te he vuelto a ver... ¡Ni siquiera en los recreos! Pensé que te quedabas en el salón...
-No tengo por qué quedarme en el salón siempre -dijo, frunciendo el ceño- ¡He estado en la bliblioteca, nada más!

Yo me quedé callado; era imposible hablar con ella. Yo quería saber si ella había estado molesta conmigo durante el tiempo que no nos hablamos aunque sin hacer "mucho alboroto" sobre el tema; sin embargo, ella alargaba el tema y no hacía nada más que evitar mi pregunta. Estábamos en el paradero donde nos habíamos encontrado alguna vez, aparentemente esperando el mismo carro para ir a nuestras casas.

-¿Tú crees que me molesté por tu comentario tan horrible, verdad? -me dijo Delia, por fin rompiendo el silencio, aunque sin mirar directamente a mi cara.
-¿"Comentario tan horrible"? ¡Entonces sí te molestaste! -le dije
-¡No! -me dijo, volteando a verme- No me molesto por tonterías, la verdad...
-¿De verdad? -le pregunté
-De verdad -se notaba seriedad en sus palabras; empecé a creerle-. ¿Cómo te explico que ya estoy acostumbrada a esas cosas?
-No entiendo... -le dije, confundido
-Siempre me molestan -volvió a quitarme la mirada- ¡Siempre lo hacen!
-¿Quién? ¿Quiénes? -pregunté, más confundido
-¡Los de la clase! -dijo-. Siempre se preguntan qué chica es la más bonita y yo estoy en el último lugar; siempre critican estos lentes grandes que llevo en la cara; siempre se preguntan por qué me gusta llevar el cabello amarrado; siempre me preguntan "por qué tanta afición con el color de mis brackets"

"Caray", dije para mis adentros; había "tocado fondo" con el tema de conversación. Delia no mostraba ninguna lágrima en sus ojos y mucho menos algo de cólera en sus palabras: todo lo decía en un estado normal. Sin embargo, se apresuraba al hablar y daba la impresión de que quería acabar pronto con el tema.

Yo sabía que las chicas eran unas pesadas muchas veces. Sabía que les gustaba estar pendientes de cuánto "rollos" les habían crecido en el cuerpo, cuán bien les quedaba el peinado y cuán alto les quedaba la falda del uniforme; pero no sabía que les gustaba molestarse unas con otras. A decir verdad, a veces podían ser muy crueles. Mientras escuchaba hablar a Delia, también rogaba que nunca se hubiese enterado de la famosa "Lista Federal" que habíamos hecho los hombres. Si alguna vez se enteraba, habría perdido definitivamente su amistad.

-... Entonces, si tanto me molestan sobre mi aparencia, ¿Tú crees que con un comentario como el tuyo me voy a sentir mal? -continuó diciéndome- Ya estoy acostumbrada... ¡Yo soy la fea de la promoción!
-¡Pero yo no dije en ningún momento que fueses fea! -le dije, con miedo a que de la nada se pusiese a llorar- Sino por el hecho de que mis amigos me molestan con todas las chicas... O sea, ¡Me reí por lo rídiculos que se veían molestándome todo el tiempo!

Acepto que mentí un poco con lo que dije, pero era necesario decirlo de tal forma. Yo en realidad me reí porque, como dije, Delia no era el "tipo de chica" que me gustaba; pero tampoco la consideraba fea. Y bueno, eso fue lo que le dije.

-Di lo que quieras -me dijo-. Yo igual sé que soy "la fea de la promo"... ¡Y no lo estoy diciendo para que me consueles! -dijo, sobresaltada- Solamente te confieso la verdad de las cosas.
-Delia, yo no sé qué decirte -le dije- Yo solamente quería disculparme en el caso de que mi comentario te hubiese fastidiado... ¡Discúlpame, de todas maneras!
-Ya te dije que no me molesté -me dijo, y después miró su reloj- Oye... ¿A qué hora tomaremos el carro?
-No sé... -le dije- ¡Han pasado como cuatro y no hemos subido a ninguno!
-Bueno, ahí viene uno -dijo, alzando la mano para señalar que subiríamos al bus- Entonces... ¿Más tranquilo? -me preguntó
-Bueno... -dije, en voz baja-. Debo admitir que me preocupó que pudieses estar molesta conmigo... ¡Ahora estoy tranquilo!

Ambos subimos al bus y nos sentamos, abatidos por haber estado parados un buen rato; sin embargo, agradecí a ese "buen rato" pues así pudimos conversar bastante. Delia se comportó sincera conmigo y después de todo, pude saber algo más sobre ella. Ambos, en el bus, nos pusimos a conversar sobre otras cosas; pero llegamos al "mismo tema" nuevamente.

-Oye... -le dije- Y si no estabas molesta... ¿Por qué te fuiste sin decirme nada más y los siguientes días dejaste de hablarme?
-La verdad es que preferí irme rápido porque, aunque no me molestara contigo, tu comentario me hizo recordar cuánto me fastidian en clase y sólo tuve ganas de irme -me dijo, mirando al suelo- Discúlpame, tal vez no era la manera de proceder...
-No te preocupes.

Nació una pausa en medio de la conversación; nos habíamos acostumbrado a hablar con "silencios de intermedio". Ella sacó un chocolate Sublime, abrió la envoltura y comenzó a comerlo. Me invitó un pedazo y siguió comiendo.

-¿Sabes quién es la que me molesta más? -me preguntó
-¿Quién? -le pregunté también, curioso por saber. Los hombres, admito, podemos ser un poco más chismosos que las mujeres
-Tu ex enamorada -me dijo, mirando únicamente al chocolate que iba devorando de a pocos-. La otra vez me preguntó sobre cuándo dejaría suelto mi cabello... Me dijo "¡Qué cuánto desearía tener un cabello como el suyo!"
-Espera... -le dije- ¿Andrea? ¿Andrea Villavicencio?
-La misma -me respondió- ¿Has tenido más enamoradas dentro de la promoción?
-Bueno...
-No... Mejor no me cuentes -me detuvo- El tema es pequeño: Andrea es la persona que más me fastidia, aunque haya dejado de hacerlo en estos últimos días.

Andrea Villavicencio, la chica del cabello rubio y sedoso. Esa mujer no sólo era insoportable con los hombres, a quienes asediaba cada momento, sino también con las chicas que no eran sus amigas. Durante el tiempo que fuimos enamorados, nunca pude escuchar exactamente qué les decía a las chicas de un año menor que nosotros; pero una vez sí pude ver cómo le habló a la chica más gordita de nuestro salón: "Y... ¿Cuándo piensas hacer una dieta?", le dijo, sin preocuparse en cómo reaccionaría la receptora del mensaje. La chica, la gordita, sólo fue indiferente con ella; sin embargo, escuché que se había ido a llorar al baño de las chicas. En fin, felizmente esa chica aún sigue siendo gordita y es feliz de ser cómo es. No somos tan buenos amigos pero me alegra verla segura de sí misma.

-No le hagas caso, Delia -le dije, firme y seguro- Andrea apenas tiene cerebro... ¿Por qué hacerle caso a una "chica sin cerebro"?
-Yo ya sé eso -me dijo- Nunca he tomado tan a pecho todo lo que me ha dicho... Pero igual incomoda un poco.
-Sí, seguro -le dije, pero no del todo "seguro", pues no era mujer para entenderlo- No le hagas caso -agregué.
-Gracias -dijo, y se metió el último pedazo de chocolate a la boca.

Delia le señaló al conductor que bajaría en el próximo paradero; pero despidiéndose de mi un poco antes. Agarró su particular bolso rosado y bajó del bus, despacio. Yo le hice "adiós" por la ventana; ella me respondió con una sonrisa. Y ahí iba Delia: mi amiga de los brackets coloridos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

oh!! de verdad me gusta..!tienes que seguir escribiendo. la historia se torna interesante...!es como una experiencia que tuve... también en el cole

Rosabel dijo...

Oh, gracias :)!!!
Aprecio tu comentario :)!