lunes, 7 de marzo de 2011

CAP XXII: ¿Qué opinas de él?

[Dibujos: Erii*]

-¿Quieres limonada? -me ofreció Delia, después de dejar su bolso sobre una mesa de la sala
-No -sonreí-. Estoy bien, gracias
-Siéntate -me dijo, señalando el largo sofá-, voy a demorar un poco... ¿Me podrás esperar?- preguntó
-Claro... ¿A dónde más iría? -respondí con sarcasmo, buscando una sonrisa en la cara de Delia. Sin embargo ella sólo dijo un insípido "OK" y subió las escaleras de su casa.

Se le veía distraída. Se le veía con los ojos más brillosos de lo normal. Se la veía enamorada. Me puse a jugar con mis manos, como de costumbre cuando me sentía nervioso. Miré a todos los lados de la sala y encontraba lo mismo: cuadros alegres, adornos de colores... todo era colorido. El ambiente parecía hecho para que la primera persona que entrara a la sala se sintiese feliz. Lastimosamente conmigo no funcionó. No me encontraba triste, pero tampoco alegre. Estaba preocupado. ¡¿Desde cuándo me preocupaba hablarle a Delia?! Desde que me di cuenta que había empezado a sentir algo especial por ella. Ese día, sentado en su sala, al menos fue el día en el que más nervioso estuve. "¿Cómo le digo a Delia que me gusta?" no dejaba de preguntarme, en mi mente.

De repente apareció un personaje de figura delgada, con grandes rulos en la cabeza y una blusa adornada con un particular lazo rosado. Apareció de pronto en la puerta que conectaba la sala con una aparente cocina, ya que desde la sala se podían ver sartenes, cucharas y ollas hacia el otro lado del cuarto. Esta peculiar figura no podía ser más que la mamá de Delia. Sí, eran idénticas. Obviamente lo único que le faltaba a la mamá de Delia para que sean gemelas eran los bráckets de colores.

-¿Hola? -me saludó la señora, en modo de pregunta
-Ho... Hola -titubeé y me levanté del sofá- Soy amigo de Delia, me ha dicho que... que la esp... espere aquí -no podía dejar de titubear.
-¡Oh! -exclamó la señora, cambiando su cara de susto por una más amigable- No te preocupes... ¡Creo que ya sé quién eres! ¿Tú eres Ricardo?
-¡Sí! -le respondí con una gran sonrisa al notar que la madre de Delia sabía mi nombre
-¡Ohhh! -volvió a exclamar la señora- Gracias por ser un buen amigo de Delia... ¡De verdad muchas gracias! -me dijo, acercándose a mi cada vez más, con los brazos abiertos que me señalaban un pronto abrazo.
-Oh... -dije, sin darme cuenta que su expresión se me había pegado- No me agradezca... Delia es amiga mía porque quiero y eso me hace feliz.
-Pero tú sabes que mi hija tiene problemas para hacer amigos... -dijo su madre, acariciándome el cabello y poniéndome nervioso- De verdad muchas gracias... No le digas que te he dicho esto -hizo el gesto de un contar un secreto-. A ella no le gusta que mencione el tema...
-¡Ah! -respondí, sin admirarme de lo que dijo- No se preocupe. Esta pequeña conversación es confidencial -le dije sonriendo

Cuando parecía que la mamá de Delia iba a darme otro abrazo lleno de energía, Delia apareció bajando las escaleras. Se había demorado por una razón: se había puesto más linda. Se había quitado el uniforme de colegio para vestirse con un jean de los que siempre usaba pero con una camiseta de color azul que le asentaba muy bien. El cabello, como nunca, no se lo sujetó y dejó caer libremente los rizos que había heredado de su mamá. Después, sus lentes y los bráckets seguían ahí. Su rostro estaba igual. Pero ella era mucho más linda para mi.

-Hola mamá -dijo Delia, dándole un beso en la mejilla- ¡Ya lo conociste! ¿Ves lo pronto que fue?

Con ese comentario me sentí alagado, pues sabía que era para mi. El 'Rockero de los 80's' se había ido de mi mente por un buen rato y eso me hacía sentir más tranquilo. Parecía que ahora yo era el protagonista.

-Sí, me alegra conocer por fin a Ricardo -dijo su madre, mirándome con sus ojos tiernos-. Voy a avisar a tu padre que venga a la sala para que lo conozca

Antes de que yo pudiese reaccionar con un gesto o una mueca de nerviosismo, la madre de Delia gritó con fuerza el nombre "GERMÁN". Germán, quien era padre de Delia, ya se encontraba entrando a la sala. Era un hombre de apariencia joven, alta estatura y de ojos pequeños, acompañados de dos grandes lentes. Cuando me vio, lo primero que hizo fue estrechar su mano hacia mi. Ese gesto bastaba para que mis nervios pudiesen calmarse.

-Buenas tardes, mucho gusto -dije rápidamente
-El gusto es mío -respondió el padre de Delia-. Qué bueno que nos visites... Ya queríamos conocerte.
-Es que Delia habla mucho de ti -dijo su madre

Mis mejillas comenzaron a sentir el rubor típico de un chico enamorado, tal como se ponían las mejillas de Delia antes... antes de conocer a Martín, el rockero de los 80's. Cuando empezaba a sentir mi corazón latir mil veces por segundo, Delia cortó el tema con un radical cambio de tema. En ese momento, lo último que podía pensar es que Delia no quería admitir que ella hablaba mucho de mi. Sólo me quedé callado, atendiendo a Delia mientras hablabla y proponía un nuevo tema de conversación.

-A quién también quieres conocer hoy vi -dijo Delia sonriendo pícaramente, como casi nunca veía que lo hiciera
-¿A tu amiguito Martín? -preguntó su madre, juntando las manos como si estuviese orando
-¿Al chico rockero? -preguntó su padre también
-Sí... -suspiró Delia-. A él...

En menos de cinco minutos, el rockero de los 80's había acabado con mi protagonismo. Bastaron unos segundos para que los ojos de Delia se iluminaran con un brillo especial otra vez. Bastaron cinco minutos para que su madre se emocionara por otro tema, el cual ya no protagonizaba yo. El único que se mantenía neutral ante tanta emoción era el padre de Delia, pero pronto empezó a incluirse en la conversación sobre el tema. Yo empecé a sentirme como un hongo... totalmente aislado y sin saber qué decir al respecto.

-¿Esa rosa te la dio él? -preguntó la madre de Delia, agarrando la rosa que Martín le había regalado. La rosa se encontraba en una mesa lejana a la sala, de la cual nunca entendí cómo notaron su presencia en ese preciso momento.
-Sí... -respondió Delia, otra vez con una entonación dulce en lo que decía- Él me la dio... Es la primera rosa que me regalan...

Todo parecía adoptar un sentido muy meloso. Empezaba a sentirme demasiado incómodo, pero la educación me obligaba a dibujar una falsa sonrisa en mi cara.

-Yo los vi desde la ventana -dijo el padre de Delia, quien se había quedado callado igual que yo-. Me parece que es un buen chico...

"Diablos!" pensé. Por un momento había creído que el papá de Delia se encontraba igual de incómodo que yo, pero con su último comentario supe que su papá estaba tan feliz como lo estaba Delia y su madre, quien también actuaba como una chiquilla enamorada.

-Ricardo ya lo conoció también -dijo Delia, cuyos ojos se dirigieron hacia mi después de buen tiempo-. ¿Qué opinas de él, Ricardo?
-Sí, hijo... ¿Qué opinas de él? -preguntó también su madre
-¿Es realmente un buen chico? -agregó su padre

Aquellos ojos que me habían perdido de vista mientras Delia hablaba maravillas de Martín, el rockero de los 80's, se dirigieron hacia mi con un cambio brusco: Delia, su mamá y su papá se encontraban mirándome y en espera de una respuesta mía. Yo ni siquiera había hablado con ese tal Martín... ¿Qué iba a responder? No sabía por qué Delia me hacía eso, justo frente a sus padres...

-No sé qué decir... -contesté nervioso-. No puedo decir que sea buen tipo... No he conversado con él... No puedo decir mucho...

La cara de desilusión de los padres de Delia fue obvia: ambos se miraron e incluso sus caras de alegría se transformaron a caras de preocupación. Delia, la que estaba más emocionadacon el tema, me miró nerviosa e intentó hablarme moviendo la boca pero sin hacer ningún sonido. Yo sabía que Delia quería que apoyase la idea de "que Martín era buena persona", pero yo no pude hacerlo. No podía mentir: Martín no me daba buena espina.

Cuando pensé que el tema acerca del famoso Martin iba a acabar, los padres de Delia se quedaron callados un momento pero continuaron hablando de este luego. Delia, con sus clásicas mejillas sonrojadas, contestaba feliz. Soporté esa situación unos tres o cinco minutos, creo uno de los momentos más largos y fastidiosos de mi vida adolescente. Tenía que aparentar estar de acuerdo con todo: "Sí. Para mi, Martín era buen chico" "Sí. Para mi, Martín era una buena opción de enamorado para Delia"... mi cara tuvo que expresar eso durante todo el tiempo que duró la conversación.

Fue cuando ya no podía soportarlo más que me arreglé mejor la mochila en el hombro y los miré para hacerles notar que yo estaba ahí presente. Justo cuando iba a decir "que tenía que irme", los papás de Delia dejaron de hablar del agradable Martín y se voltearon juntos hacia mi.

-¿Quieres quedarte a comer algo? -preguntó la mamá de Delia
-¡Quédate! -dijo Delia, cogiéndome del brazo y acordándose por fin de mi existencia en su sala.

Tenía ganas de irme. No quería escuchar nada más relacionado con el bendito rockero de los 80's. Tenía la mochila lista y era el momento adecuado para salir de esa casa. Sin embargo no pude hacerlo. La mirada de Delia (aparentemente dulce y suplicante en que me quede) y la mirada sus padres (ambas alegres e incitantes) terminaron por obligar a que me quede a comer algo. Nos dirigimos los cuatro al comedor, el cual estaba al lado de la sala. Era una mesa grande y de mármol. Me senté en una de las sillas y me quedé un buen rato solo, pues Delia y sus papás iban a preparar la comida. Eran alrededor de las siete de la noche y yo aún no había logrado decirle nada a Delia. Aún tenía que quedarme: mi propósito era decirle a Delia, esa misma noche, toda la verdad.

domingo, 6 de marzo de 2011

CAP XXI: ¿Has estado espiándonos?


Suena el teléfono de "El Loco" y es él quien contesta.

-¿Aló? -dijo la voz afónica de "El Loco"
-Soy yo -dije- Llamo para disculparme, me comporté mal contigo -solía ser de pocas palabras cuando pedía perdón-. ¿Caso olvidado?
-Huevón, a mi lo que me amargó es que seas tan poco hombre y no aceptes que la feita te gusta
-¡¿Qué?! ¿La qué? ¿Feita? -me exalté- ¡Delia no es ninguna feita!
-¿Ves que te gusta? -dijo, riéndose con su propio chiste
-Pero qué gracioso eres... -dije con sarcasmo
-Ja, ja, ja... ¡Oye! ¿Y? ¿Cuándo le vas a decir?
-¿Qué me gusta? -temblaron mis labios
-¡Sí pues! Ve a su casa, llámala... ¡No tengo idea de lo que hagas pero hazlo! -dijo "El Loco"
-Ahora se encuentra con un tipo, Loco -le dije-. Seguro ahora están paseando en la feria, comiendo manzanas dulces y regalándose abracitos...
-¡¿Qué?! ¡¡¡Haz algo ya!!! -la desesperación de "El Loco" se hacía notar
-¿Qué quieres que haga? ¡¿Que agarre mi bicicleta y vaya a la feria a buscarlos?!

No sé cómo fue pero, en menos de cinco minutos, colgué el teléfono y ya me encontraba montando mi bicicleta para ir a recorrer ligeramente la feria. Salí sin avisar a mamá y pedaleé lo más rápido en busca de la chica con brackets de colores. La feria era tan grande... ¡Qué locura pasear dentro de ella en una bicicleta! Lo único bueno es que no habían muchas personas pues era día de semana. Tenía los ojos bien abiertos para poder reconocer desde cualquier distancia a una pequeña avecilla de uniforme verde junto a un águila rockera vestida de negro. "¿Dónde podrán estar esos dos?" me preguntaba.

Topé con varias parejas tomadas de la mano, una niña con un enorme oso de felpa en los brazos y un niño distraído con su algodón de azúcar a quien casi derribo con mi bicicleta. Vi a todo tipo de personas pero no encontré ni a Delia ni a su rockero de los 80's. Cuando ya me había dado por vencido y me encontraba fuera de la feria, me pareció ver a Delia y a su rockero. No me equivoqué. Delia y Martín estaban caminando por una vereda, juntos, mas no agarrados de la mano como mi mente lo había estado imaginando. Presentí que se dirigirían a la casa de Delia o tal vez cerca de esta, así que los seguí lo más lento que pude. Tuve que pedalear lento y dar varias vueltas, sino se darían cuenta de mi presencia. Cuando no pude aguantar la lentitud del paso en el que iban, corté camino y les di un adelanto. Me escondí detrás de un árbol, en espera de que ambos llegaran a la casa de Delia. Obviamente me arriesgaba a quedarme esperando por gran tiempo, mas no importaba. Yo sólo quería hablar con Delia. Aunque, bueno, también me perseguía la curiosidad por saber qué pasaría con ellos dos. ¿Se darían un abrazo? ¿Sonreirían mientras los ojos de Delia brillaran como dos luciérnagas? ¿Se darían un beso? Un beso... esa palabra me atormentaba.

De repente, ambas figuras aparecieron. Delia se paró en la puerta de su casa y el rockero se sentó en una de las barandas. No se podía escuchar nada desde el lugar que yo estaba. Me arrepentí de haberme escondido tras del árbol... ¿No pude encontrar un lugar mejor? En fin, sólo tuve que conformarme y quedarme quieto para que no se percataran de que yo los espiaba.

No pasaba nada importante y el silencio parecía habitar entre ambos tórtolos. Sin embargo, "Martín el rockero de los 80's" sacó una rosa para Delia de su bolsillo. "El peor momento ha llegado" pensé. Me junté más al árbol y agudicé los sentidos. Tal vez lo peor estaba por ocurrir. Un abrazo de ambos muy cerca ya podía ser lo peor.

Mas todo ocurrió rápido. El rockero se aproximó a Delia, le besó la mejilla y luego se fue. "¿Tan rápido? ¿No habrá pasado alguna otra cosa en la feria?" me preguntaba. Esperé que el rockero se fuera en su bicicleta y luego subí en la mía. "Tengo que decirle la verdad a Delia" pensé.

-¡Hola! -le dije, sorprendiéndola con un saludo improvisado. Me detuve con mi bicicleta frente a ella y me puse a verla directo a la cara.
-¡Hola! -dijo asustada- ¿Qué haces aquí? ¿Estás aquí hace mucho tiempo?
-Ah... -me puse a fabricar lo que diría- Mmm... -prolongué el tiempo- Estaba frente a tu casa hace un buen rato... ¡pero como te vi con tu amigo no te quise molestar!
-¿Has estado espiándonos? -preguntó ella , poniéndome nervioso
-¿Qué? ¡Jajajaja! -reí exageradamente- ¿Qué hablas? ¡No! Creo que la felicidad de haber estado con tu amigo el rockero te ha afectado un poco, jajaja... -seguí disimulando. Ya sabía que era muy malo disimulando.
-¡Creo que sí! -dijo emocionada- ¡Estoy tan feliz! ¡Tengo que contarte muchas cosas! ¿Quieres pasar a mi casa?
-¿A tu casa? -repetí

Delia y yo teníamos una relación de mejores amigos, pero nunca había puesto ningún pie mío en su casa. En aquellos tiempos no había mucha confianza para invitar a un chico a la casa de una chica así como así. Mas, en ese momento, parecía que la confianza entre Delia y yo estaba dando un nuevo paso.

-Sí, claro -respondí-. ¿Tus papás están? -no entendí por qué pregunté eso... Seguro habría pensado que tenía algo de 'enfermo' en mi cabeza.
-¡Sí, sí están! -respondió emocionada- Ven, pasa, adelante -dijo ella, abriendo la puerta de su casa y estirando el brazo izquierdo hacia adentro como un gesto de bienvenida.

Puse mi pie derecho en el felpudo de su casa que decía con letras doradas "WELCOME", luego di un vistazo hacia adelante y lo primero que vi fueron sillones adornados con tapetes de colores. "¿Todo tiene que ser aquí de colores?" pensé. En fin, di dos pasos más y ya me encontraba dentro de la casa de Delia. Tenía en exceso de color, sí; pero era una casa bonita.

-Siéntate, voy a dejar mi bolso en otro lado -dijo Delia, para luego subir unas grandes escaleras que se dirigían tal vez hacia un piso con puertas de colores también.

Me senté y esperé. Esperé y esperé. En ese momento sólo quedaba fabricar qué sería lo que le diría a Delia. Vueltas y vueltas daba mi cabeza.