domingo, 15 de marzo de 2009

Noche de locos



Hoy sí que fue una noche de locos ^_^


<3 viniste a verme y lucías re lindo =)
<3 salimos rumbo a tomar los heladitos ya sabes dónde
<3 nos quedamos en el camino y regresamos a mi casa porque me faltaba maquillaje xD (ok, ok... ¡Mátenme! xD)
<3 salimos de de nuevo rumbo a los heladitos =)
<3 nos quedamos en el camino regresamos a mi casa otra vez porque la Señora Discusión nos visitó *-*
<3 ( x.x perdón y reconciliación x.x)
<3 salimos, de nuevo, pero a la tienda xD... a comprar los heladitos ¬_¬...
<3 regresamos a mi casa felices y juntitos, por fin, a tomar los heladitos XD


















¡Y sí que después de los helados la seguimos pasando bien!
¿Lo recuerdas?

((( *Tus besos son más dulces que la miel* )))

Gracias por compartir esta noche conmigo...

¡FUE GENIAL!

viernes, 13 de marzo de 2009

II

No soy nada más que el gorrión en tu ventana,
ave que te canta cuando comienza la mañana
Soy el leve soplido del viento que te acaricia la cara

esas suaves mejillas que se sonrojan con mirarlas.

viernes, 6 de marzo de 2009

I

Las rosas tienen un color más vivo cada vez
El sol está radiando como tú nunca lo ves
La brisa se siente más calida este mes
y son tus besos más sabrosos de lo que tú crees

Una no tan bonita tarde pero una sí bonita reflexión


Hoy fue un día no muy grato. Las sábanas se me pegaron más de lo normal, me levanté a las 12:40, estuve de un humor pésimo y tú y yo no hemos hablado. Tal vez sí, unas cuantas palabras por teléfono y unos mensajes de mi para ti, pero no a lo que nosotros llamamos 'conversar'. Mi tarde se llenó de soledad y estuve pensando en ti como hace tiempo no lo hacía (cuando solíamos dejarnos de ver por obligaciones estudiantiles): Tan hondamente... como si no te hubiese visto en semanas... añorando estar a tu lado... escuchar un 'te amo' y besarte...

El día se alegró al llegar la noche, porque visité la casa nueva de mi tía y verla tan feliz me hizo sentir igual. Por un momento pude olvidar la tristeza de haberme sentido un poco sola hoy.
Felizmente sé que pasamos un día uno sin el otro por un bien tuyo: para que logres esa meta que te has trazado, y a decir verdad, confío en que la cumplirás si sigues esforzándote como lo has hecho hoy. Sabes que te apoyo y resisto una semana sin verte si a un bien tuyo se debe.

Hay algo que quiero resaltar en esta nota: ¡No sé que me está sucediendo! Te has sumergido en mis pensamientos mucho más de lo que antes pudiste hacerlo... Siento que tengo la necesidad de cuidarte y eso me gusta... Me siento más protegida que antes, más querida, más amada... En otros términos, me he enamorado mucho más de ti y tú de mi... El nuevo comienzo ha hecho que nuestras palabras sean más ciertas, nuestras miradas más profundas, nuestros momentos más duraderos, nuestra relación más tranquila y linda...


Me estoy enamorando una vez más... Mucho más... de ti.


GRACIAS... A los dos...

domingo, 1 de marzo de 2009

El día de mi boda


Me encontraba vistiéndome en un cuarto que no era el mío. Habían varias mujeres a mi alredor, mas no pude distinguir bien el rostro de cada una, supuse que entre alguna de ellas se encontraban mi madre y mi tía, que siempre han estado conmigo en los momentos más importantes de mi vida. Sabía que era mi boda porque estaba vestida completamente de blanco. El vestido era brillante, no había visto uno tan bonito jamás. Qué decir del velo... Se veía espléndido con el detalle de pequeñas flores adornando la cabecera. Sin embargo, había algo que me preocupaba: ¿"Por qué estaba a punto de casarme cuando fue ayer que estaba paseando con mi enamorado de diecisiete años los dos?"
Empecé a sentir una fuerte confusión en mi cabeza. En el inicio, estaba feliz porque iba a casarme, pero recobrando la conciencia empecé a sentir mucho miedo por lo que estaba pasando. Repentinamente ya no quería seguir con la boda: Había recordado que no era de verdad. ¡Yo tenía 17 años! ¡¿Qué diablos hacía casándome a esa edad?! Había reconocido por fin a mi madre que estaba mirándome desde una esquina: Tenía un brillo particular en sus ojos y una sonrisa de oreja a oreja, que no señalaban necesariamente felicidad entera. Ella estaba triste porque yo me estaba casando muy joven... Lo sabía porque reconocía aquella expresión en su rostro que indicaba la pena y alegría revueltas entre sí. Estaba claro: Yo no podía casarme. ¡Tenía 17 años! Faltaba mucho por hacer... estudiar... vivir...
Recuerdo que boté todo y las mujeres que me acompañaban se quedaron con el rostro estupefacto del asombro. Salí corriendo porque no entendía que estaba sucediendo... "QUÉ HA SUCEDIDO? ¿ES ESTA LA REALIDAD O UNA PESADILLA?" Escapé del cuarto aprisa buscando una respuesta, mas no había alguien que me la pudiese dar. Todos estaban en plenos preparativos de la boda... ¡Mi boda! La boda de la que no había sido avisada y de un momento a otro yo era la novia. Fue entonces que todas las personas empezaron a darse cuenta de mi extraña actitud. "¿Qué le pasa a la novia?" se escuchaba decir a algunos. ¡Yo quería que alguien me diga qué era todo esto de una buena vez! Seguí corriendo y llegué a la habitación donde se hallaba un gran grupo de hombres con terno (lógicamente, había de estar ahi el supuesto 'novio', que saber de quién se trataba era también una interrogante en mi cabeza). Miré el rostro de cada uno pero ninguno se me era familiar, hasta que vi a un hombre en especial mirándose al espejo. Estaba de espaldas, alístandose el moño de la corbata 'michi' aparentemente, no podía reconocer si era o no mi enamorado de la vida real. Si era él, juraba que le exigiría una explicación inmediata sobre qué estaba pasando. Fue entonces que el misterioso hombre se volteó a verme. Fue espantoso. ¡Era un tío de lentes y con una barba espeluznante que no dejaba ni verle la cara! La verdad es que no sabía quién era ese sujeto, pero sin duda era mayor que yo y nada atractivo para mi. Me arranqué el velo y salí corriendo también de esa habitación. "¡No me quiero casaaaar! ¡Tengo 17 añooooos! ¡ Quieeero estudiaaar! ¡¡¡No quiero casarmeee!!!" gritaba, aunque al parecer nadie pudiese escucharme...


"No quiero... No quiero... No quierooo..." Desperté diciendo. Fue, sin lugar a dudas, una pesadilla inolvidable. Con diecisiete años, casándome con un chico que ni conocía, dejando a mi madre triste, abandonando los estudios, renunciando a una juventud tranquila y feliz... Sin duda, era una locura. ¡Gran pesadilla de locos!