martes, 30 de marzo de 2010

El espía

Ellos caminan muy alegres de la mano,
yo los observo, escondido, tras de este árbol.
Ellos hacen de los besos todo un espectáculo,
para que solo los vea un estúpido muchacho.

Yo soy el muchacho, un corazón hecho pedazos.
Soy quien viene a verlos, aunque hacerlo duela tanto.
A veces, creo que soy un dulce masoquista;
o simplemente, el espía que los mira y envidia.

Porque ellos no son sino un "el y ella",
y ella fue, alguna vez, mi tierna doncella.
Pero esta voló y prefirió a otro poeta,
el que ahora la acompaña y esta es su pieza.

Allá van, allá van los amantes de hoy;
y de aquí los observa el que ayer todo dio.
Allá van, allá van desparramando mucho amor
y yo, resignado, les deseo lo mejor.

sábado, 20 de marzo de 2010

¿Quién dijo que te rindas?


Agarra de mi mano en mi momento más apresurado.
Lléname de calma y hazme pisar tierra: Todo está bien.
Tal vez una tormenta me haga ver todo estropeado,
pero cuando me enseñes el camino, sabré que me he equivocado.

Que para todo hay una solución, que para todo hay un remedio...
Que las lágrimas que boto no acabarán en un riachuelo.
Abrázame, porque tu compañía hará que emprenda el vuelo...
Me elevaré por las nubes y llenaré de esperanza mi cielo.

Porque la esperanza es lo último a perder y la alegría también.
Porque si algún día me rindo al caer, esa será la última vez.
Porque para crecer y ganar, hay que aprender a creer...
Creer en tí y todo lo que puedes hacer: Verás como vas a vencer.

miércoles, 10 de marzo de 2010

José

Photo by
d3relict

Usando crayolas, tijeras y papel
entre juegos, colores y poco qué hacer,
con mandiles celestes y loncheras también,
así de pequeños, conocí a José

José tiene la mirada dormilona,
José tiene los ojitos color café.
José con su cabello me enamora,
Me gusta todo lo que veo en José

A José le gusta estar con sus amigos,
A José le gusta estar en su PC.
A José le encanta estar conmigo,
y yo adoro estar con José.

José es travieso y me roba un beso,
José sonríe y yo ya me sonrrojé.
José me abraza y todo está bien,
¿Cómo es que tú lo logras, José?

José se despide y me besa otra vez,
José se prepara para mañana volver.
José viene a mi casa y yo salto en un pie,
Alegría, emoción y vida: Eso es lo que me da José.

sábado, 6 de marzo de 2010

Voluntariado (parte III)


Me ha tocado pasar por diversas situaciones durante estos meses de voluntariado en el hospital y jamás olvidaré lo que he aprendido en cada una de ellas. Estuve muchas veces en la sala de niños pequeños y aprendí que un simple juego de corretearlos con un avión de juguete los llenaría de alegría increiblemente... Aprendí a ver caritas llenas de heridas sin desanimarme por completo y seguir con mi labor: llenarlos de vida. Aprendí a que cuando quieres alegrar a un niño de verdad, no importa qué personas estén mirándote: No interesa nada... Solo estás tú y los pacientes... Ellos apreciarán cualquier gesto que tú hagas por robarles una sonrisa. Ahora bailo, salto, corro... hago muchas cosas locas en las salas a las que voy y no tengo reparo si una enfermera está mirando o si estoy haciendo el roche más loco, en serio no interesa. He estado luego en la sala de niños más grandecitos (7 u 8 años) y aprendí a que si te propones algo, lo logras realmente... Enseñé a varios niños a jugar DOMINÓ (yo para enseñar, a veces soy impaciente) y pasé muchos ratos divertidos jugando con ellos. Aprendí a llenarme de valor inmediatamente al darle fuerza a una niña que lloraba por el dolor que le provocaban los medicamentos. Aprendí a no desesperarme a ver a tantos niños llorar y desesperarse también... A contener las lágrimas y a guardarme la tristeza para sacar la esperanza y regalársela a ellos. He aprendido a ser más fuerte. Aprendí a ser fuerte cuando me enteré que a un niño con el que me encariñé le detectaron cáncer y se tuvo que trasladar a Neoplásicas.

He estado también en Traumatología y aprendí a lidiar con niños terribles... terribles porque eran unas balas en sus sillas de ruedas o bien, eran terribles con sus bromas. También me tocó una vez trabajar con un solo niño y tuve que equilibrar la confianza (para que se sienta cómodo trabajando manualidades solo conmigo) y el respeto, para que con tantas bromas mías... (¡No puedo evitar hacer reir a los niños!) no se me aloque.

Realmente, he aprendido muchas cosas con y gracias a ellos. Me encariñé con muchos niños que, lógicamente, sanaron y fueron a casa. A mi me explicaron que cuando se iban, debías sentirte alegre porque ya mejoraban, pero era inevitable sentirse algo triste por el mismo hecho de que los irías a extrañar. No me olvidaré de los pacientes con los que trabajé mis primeros días de voluntariado, fueron muchos a los que he conocido... Tal vez no haya memorizado el nombre de todos por lo mismo que fueron bastantes, pero nunca me voy a olvidar de sus caritas sonriendo y de la enorme felicidad que yo sentía cuando lograba hacerlos reir.

Gracias a Dios, este ciclo también tengo una mañana libre en mi horario y podré emplearla en el hospital otra vez. Estoy muy emocionada, me esperan mucho más en este camino de enseñanza: Aprenden conmigo, Aprendo con ellos.
"Aprendo Contigo"

Voluntariado (parte II)

(OJO: segundo dibujillo en PAINT)

El voluntariado, desde que inició, ha sido un aprendizaje constante para mi. La primera vez que fui me tocó ir con Daniela (una voluntaria también) a la sala de los bebés en MEDICINA D (una sala que se divide en tres sectores). Habían cinco cunas y varios pequeñitos... Tomando su biberón, echados en los brazos de sus mamás... y una que estaba en su camita con el piecito atado a una venda y en su manito recibía suero. Recuerdo que por misma sensibilidad, fue a esa niña a la que acudí primero. Se llamaba Lady. Daniela estaba con el resto de niñitos... ¡Eran unos pillines! Yo me quedé con Lady en su cuna y le mostré lo que había llevado a la sala: libros con muchas figuras, rompecabezas, papel y crayolas... la entretuvieron por un rato, pero naturalmente se aburrió enseguida... Y mucho más si la radio estaba prendida y veía cómo los otros niños podían saltar y correr tranquilos en el suelo. Daniela había comenzado a bailar con los chiquitines, todos la miraban con sus ojitos saltones e imitaban lo que ella hacía. La pequeña con quien yo estaba veía esa escena con sus ojitos tristes... "¿Y AHORA QUÉ HAGO?... ¿QUÉ HAGO? ¡¿QUÉ HAGO?!" empecé a preguntarme dentro mío... Mi nula experiencia en tratar a niños enfermos y poca hablidad para crear soluciones rápidas me encerró enseguida.

Daniela le dijo a Lady: "Haz el baile de la patita, Lady" y vino hacia ella a mover su piecito. Lady sonrió con el gesto que hizo Daniela. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue hacer lo mismo que Daniela hizo (con el piecito de Lady), pero obviamente también se aburriría de ello. Yo veía a Daniela bailar y desenvolverse con tanta facilidad que rapidamente pensé: "¡Qué genial es! ¿Cómo puede? ¿No le da roche el doctor de cara seria y la enfermera mirona que estan a nuestro costado? Yo no podría...". Agarré la cabecita de Lady y comencé a acariciarla... Me quedé sin ideas y viendo la escena tan bonita que hacían Daniela con los niños. Felizmente justo terminaba la hora del voluntariado. Daniela y yo arreglamos los juguetes y nos fuimos a la Casita de Juegos a regresar todo en su lugar.

Ella me preguntó qué tal la experiencia en el primer día y las preguntas usuales que una buena anfitriona podría hacerte: me dio una buena acogida. Antes de llegar a la Casita de Juegos, ella me dijo: "Cuando te toque una situación así, trata de no quedarte animando únicamente con una caricia o consuelo... Lo que ellos necesitan es que los llenes de vida y no que te compadezcas... Es la primera vez que te toca esto pero eso ya lo sabes para la próxima... Es normal también que tengas palta con los doctores, pero te vas a ir acostumbrando..." y me sonrió. Me sentí muy cómoda con lo que dijo, a pesar de yo ser algo orgullosa, agradecí bastante el mensaje y lo recibí super bien... Sé que lo recibí así porque ahora veo los resultados...

miércoles, 3 de marzo de 2010

Voluntariado (parte I)

(OJO: primer dibujillo en PAINT)

El año pasado llegó una feria de voluntariado a mi universidad. Yo estaba buscando ingresar a un voluntariado desde que comenzó enero de ese año, solo que no encontraba el indicado o bien, no sabía cómo buscar más. Me enteré de uno pero lastimosamente no llamó mi atención: Me exigían una capacitación de horario medio pesado, me llamaron como dos veces para confirmar mi asistencia... ¡Me sentí presionada! Sin duda, no me agradó. Felizmente, me enteré que se daría la segunda feria de voluntariado en la PUCP, así que fui sin pensarlo dos veces.

Recuerdo que salí de mi casa tarde (sí, gran defecto mío: soy muy tardona) y justo estaba en época de parciales... Tenía que ir a estudiar a la biblioteca antes del parcial, si no me equivoco el parcial comenzaba a las cuatro y yo llegué tres y media a la universidad. Casi no iba a ir a la feria, pero "por si las moscas" fui. Ya casi no había nadie: Poca gente se asomaba a escuchar las primeras palabras de las presentadoras de cada voluntariado y se quedaban unos segundos para agarrar los folletos informativos. Yo vi todos los voluntariados de lejos y recuerdo muy bien que elegí a donde ir por una simple cuestión de azar. Dije: "A ver... ¡Iré a la carpa de voluntariado que está al centro!", entonces hacia ahí me dirigí.

Éramos unas cuatro o tres chicas escuchando. Las que exponían eran dos señoras: una de cabello rizado y otra de ojos azules, más alta que la primera. En los lados de su carpa tenían fotos pegadas. Yo me puse a verlas... Habían niñitos en sus cunas sonriéndole a un muñeco de sombrero azul del que luego me enteré se llamaba "Pipo"... ¡Eran enternecedoras las fotos! Las dos señoras, una por una, hablaban del servicio qué hácían: los hospitales en qué ayudaban, en qué consistía la ayuda, etc... Hasta que mostraron una ficha de inscripción por si nos animábamos a ir a una visita guiada y luego, si deseabamos, empezar la obra voluntaria. Dijeron de que recién habían iniciado el voluntariado en el Hospital del Niño... ¡Yo me alegré! El INSN quedaba no tan lejos de mi casa, así que me pareció una buena opción. Puse mi nombre en la ficha de inscripción y luego me fui a estudiar en la biblioteca. De paso, agarré un folleto y en el camino estuve mirándolo detenidamente. Recuerdo que en mi casa no dejaba de mirarlo porque me emocionaba el hecho de poder ir a un Hospital y hacer el voluntariado que siempre quería hacer. Aunque en ese momento también temía que pasara lo mismo que con el primero que se me presentó.

Al siguiente día (o no recuerdo bien si después de dos días), recibí el correo de la Coordinadora invitándonos a ir el día que querramos para la visita guiada al Hospital del Niño. Yo había apuntado como mi día libre "lunes", así que tuve que esperar una semana para poder ir.

Al llegar al Hospital, recibí las indicaciones de la Coordinadora (por celular) de cruzar el patio central y dirigirme a la derecha, donde estaba "La Casita de Juegos" (lugar donde están todos los juguetes que se llevan a las salas del Hospital). La Coordinadora me abrió la puerta y me recibió con una enorme sonrisa. Era alta, delgada y de cabello rizado como la señorita que expuso en la feria de voluntariado. Me invitó a pasar y fuimos hacia la parte donde guardan los libros. Ahí estaba una voluntaria ordenando varios libros en el armario. La Coordinadora le pidió como favor que me diera la visita guiada por las salas donde hacen el servicio de voluntariado: empezó la aventura.

Fui con la voluntaria a visitar, desde afuera, cada sala donde ayudaban. Fuimos a Neumología, Medicina D e Infectología. Ella me iba contando que era una experiencia muy bonita ser voluntaria y que con las grandes ganas de ayudar, te olvidas de los miedos a enfermarte y entre otros... (esto me lo díjo especialmente a mi, que soy campeona en enfermarme rápido). Cuando terminó la visita guiada, regresamos a la Casita de Juegos y la Coordinadora me dijo que sí era de mi agrado la obra que realizaban, podía participar desde el lunes siguiente. Yo accedí encantada: RECIÉN COMENZABA LA AVENTURA...

lunes, 1 de marzo de 2010

Te recuerdo, Carmelo


Hoy, 1 de marzo, comenzaron muchos colegios su primer día de clases. Las calles han estado adornadas de alumnos uniformados (desde pequeños a grandes) dirigiéndose con su mochilla colgada en un solo hombro o bien, con la lonchera de dibujos animados en mano. Hoy día mi sobrino no empezó el primer grado pero comenzó el Inicial. Y lo mejor de todo: ¡En mi colegio! Digo lo mejor de todo porque no me imaginaba que habría otro "carmelito" en casa... ¡Menos tan pronto! No sabemos por cuánto tiempo será parte de mi colegio, pero lo que si sé es que no evito que se me caiga la baba al verlo con su shortcito marrón y subiendo a una de las movilidades más conocidas de mi colegio.

Ha sido todo un acontecimiento el hecho de que comenzara a ir al Carmelo. No podía faltar la clásica foto en la puerta de la casa antes de irse (mi hermano y yo tenemos una igual) ni la emoción de recibirlo en la puerta cuando regresara... Uno se pone en su lugar y quiere volver a pasar por todo eso: Hoy me sentí así. Fui temprano a mi colegio para tomarle fotos y sobretodo, encontrarme con buena parte de mi promo, de las cuales solo fuimos tres gatos. Desde la posición de los padres de familia, me situé junto a la madre de mi sobrino para observarlo a escondidas en plena formación. El verlo entre tantos compañeritos a los que luego llamaría "PROMOCIÓN 2021" (sí, terrorífico), escuchar la larga e inacabable oración de la formación (el primer día es más largo que de costumbre), ver a tantas de mis profesoras con las que aprendí durante once años y estar pisando el parquet verde de manchitas negras, blancas y amarillas de mi colegio me dieron unas terribles ganas de volver al 1998 e iniciar todo de nuevo. Me imaginaba revivir todo otra vez...

Desde la noche anterior: Sin poder dormir por la emoción del primer día (hasta vieja me sucedía eso). Ver a mi mamá haciendo el intento inútil de poder despertarme para vestirme rápido y salir de casa con el desayuno en el estómago. Subir la movilidad y soportar las bromas pesadas de las chicas de secundaria... Aún recuerdo a la más terrible de todas: le gustaba enseñarme su boca llena de comida y yo tapaba mi cara con mis manos pequeñas... ¡Qué risa ahora! Soportar la formación y ver los rotros nuevos de profesores y alumnas, divertirme con las dinámicas del primer día, los cambios de sitio y las nuevas amistades que surgían por un simple cambio de asiento o un juego de a dos o en grupo ("Las Escondidas", "Las chapadas", "San Miguel" y "Los Encantados"). Qué genial los días de primaria... Pero para seguir con el sentido de esto: Me gustaría, de verdad, volver a pasar por mis primeros días de colegio... Primer grado, exactamente... Porque incluso recuerdo todavía los momentos de ese año: los temores tontos, las risas, los juegos mencionados ya, la profesora de anteojos grandes llamada Julia Flores, un pirata Pata Palo en el libro de Lenguaje forrado de color rojo, un profesor llamado Demetrio que nos hacía orinar de miedo a varias (sí, sí... ¡A mi también!), las olimpiadas que eran en la pista... Cuando saltábamos las vallas y hacíamos las carreras... Recuerdo que para mi aún era un juego, no había la presión de ganar y llevarse una medalla en mi mente. Un taconazo del Mambo, un cordón rojo de brigadier, los juegos inflables de la kermese que tanto adorábamos, los primeros cumpleaños, una tía llamada Maruja a la que todas llamaban bruja... ¡¡¡CUÁNTOS BENDITOS RECUERDOS!!! Y pensar que son únicamente los de primer grado...

Mi adorado colegio... Qué bonito sería ver el viejo jardín que había antes a un lado del patio chico y ahora es solo una parte más de él... Ver también los viejos arcos de futbol donde varias chibolas se trepaban como monas, el viejo "kyosco de la china", la virgen al costado del portón... ¡Tantas cosas que cambiaron para ser ahora el colegio que es!

Ojalá mi sobrino pueda disfrutar de él siempre... Siquiera su primaria, sería lindo revivir gracias a él seis años más de mi colegio.