sábado, 24 de julio de 2010

Cap XI: "Me defendiste porque yo te gusto"

[Dibujos: Erii*]

-¿Y cómo estás? -le pregunté, sentándome a su lado. El sillón de mi sala, en el cual estábamos ella y yo, estaba tan viejo que los resortes sonaban cuando alguien se apoyaba sobre él.
-Yo estoy bien... -me contestó- ¿Te pasó la fiebre? Tu mamá me dijo que estabas a punto de agriparte.
-Ah sí... -respondí, sin apartar mi vista del empaque azul que Delia había traído-. Creo ya estar bien.
-¡Qué bueno! -sonrió, mostrando sus brackets (esa vez, de color fucsia)- Aquí está la tarea; tienes que hacer el cuestionario para mañana.
-¡Gracias! -le dije, recibiendo el cuestionario. Era del curso de Historia, felizmente.

Ambos éstabamos "apagados" uno con el otro; no conversábamos como nos habíamos acostumbrado a hacerlo. Ella me hablabla de todo lo sucedido en clase; yo estaba con la mirada perdida. No dejaba de observar el regalo que Delia había traído consigo, el cual tenía una forma muy peculiar. Quería alcanzar a leer lo que decía la tarjeta de dedicatoria, pero ya tenía suficiente vergüenza con estar mirando el obsequio durante cada momento.

-Te contaré que hoy Andrea estuvo hablando tan mal de ti... -dijo Delia. Sus palabras me hicieron sentir fastidio; el "tema importante" iba a comenzar.
-¿Ah sí? -le pregunté, como si no hubiera sabido la causa-. ¿Qué decía?
-Estuvo diciendo que ayer la trataste muy mal... -dijo Delia- ¡Incluso se puso a llorar y a quejarse de que tú la habías insultado!
-¿Insultarla? -le pregunté, esta vez un poco molesto- ¡No la insulté! Estuvimos hablando un poco y ella dijo
algo que no me pareció nada correcto.

Al haber dicho eso, supe que había iniciado el tema del que no quería hablar con Delia por nada del mundo. El tema que me hacía sentir esa sensación de vergüenza y las ganas de apartarme de su lado.
"Caray", pensé para mi mismo; ahora debía contarle sobre "ese algo" que me había incomodado. No me sentía seguro de decirle "Sí Delia, insulté a Andrea sólo por el hecho de defenderte"; me sentía avergonzado, con miedo a que ella lo malinterpretara.

-¿Qué cosa dijo? -preguntó Delia, previsiblemente
-Ah... -dije, mirando hacia todo lado de mi sala; quise inventar algo-. ¡No sé!
-¿Qué? ¿La insultaste por gusto?
-¡No! ¡No la insulté! -me molesté- Oye Delia, Andrea estaba hablando muy mal de ti y eso a mi me incomodó porque tú eres mi amiga y no me gusta que hablen mal de mis amigos, porque si alguien lo hace, yo simplemente voy a decirle lo que pienso... -dije, sin parar de hablar y enredándome con la lengüa-. Así que en ningún momento insulté a Andrea, solamente traté de defenderte -hice una pausa-, te defiendo porque eres mi amiga, claro.

Delia se quedó calladita cual niño que le acaban de dar una lección. Estaba avergonzada; lo noté porque sus mejillas se pusieron rojas y ella no lo pudo evitar. Luego, Delia miró al suelo y abrazó el regalo de envoltorio azul que había traído consigo. Yo la conocía lo suficiente como para saber que se había intimidado un poco. ¿Y quién no se habría intimidado si todo lo que le dije fue dicho de paporreta y con intención de "dejar las cosas en claro"? Me había molestado que Andrea mintiera en que "yo la había insultado"; y me molestaba más que Delia le creyera. Era necesario decirle la verdad de por qué le había hablado
así a Andrea; mas, en ese momento, tuve miedo de que Delia se sintiese culpable.

-Yo ya sabía eso -dijo Delia, dejando el regalo en mi sofá otra vez-. Andrea le contó a todos que tú me habías defendido.
-¡¿De verdad?! -le pregunté, dando un brinco en mi asiento- ¡¡¡Qué chismosa es esa mujer!!!
-Sí, un poco...
-¿Y por qué me mentiste diciendo que no sabías nada sobre el asunto? -le pregunté, mucho más fastidiado.
-¡Lo siento! Quería saber si era cierto...
-Bueno... -le dije, conteniendo mi cólera; estaba tan molesto de que Andrea lo hubiese contado a todo el salón de clase- ¡Sí era cierto que te defendí! ¿Por qué no podía ser cierto?
-Es que es raro que alguien lo haga... ¡Ya tú sabes mi historia! -me dijo Delia
-Bueno... Te he defendido porque eres mi amiga. -le contesté, enfatizando la palabra "
amiga".
-Pero también Andrea dijo algo más... -agregó Delia
-¡¿Otra cosa más?! -le pregunté, con miedo de escuchar la respuesta.
-Bueno... -se arregló los lentes, los cuales se les estaban cayendo de la cara-. Dijo que
"me defendiste porque yo te gusto y que eres un baboso por fijarte en mi".

Cuando Delia terminó de hablar, sólo una cosa pasó por mi mente: "
Andrea, llegaste al límite". Me encontraba entre una encrucijada: ya le había dicho a Delia que la había defendido porque era mi amiga; pero no me sentía cómodo hablando del tema de "si me gustaba Delia o no". ¿Por qué no me sentía cómodo? Pensaba que tal vez ella estaría esperando un "Sí, tú me gustas", o tal vez porque me acordaba de lo que me decía "El Loco": "Tú le gustas a Delia, hermano; no hay duda". Me sentía en compromiso, con vergüenza, con ganas de salir corriendo de ese lugar. ¿Era tan difícil decirle a Delia que ella no me gustaba? Total... ¡No estaba seguro de lo que ella estuviese pensando en realidad... ! Lo único seguro era que no me entendía a mi mismo; no entendía por qué tanto fastidio con el tema...

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