martes, 29 de septiembre de 2009

El regreso de Panbear

Photo by Makistudio
La había hecho sentir fatal. Ahora su indiferencia me hacía sentir a mi mucha más fatalidad. Ella nunca se molesta conmigo de una forma tan tajante... Ella es muy dócil... tiene un carácter fuerte, pero nunca se amargó tanto conmigo. Creo que esta vez me pasé del límite. Lo digo porque esta vez su voz se escuchaba firme y no temblorosa cuando me decía "No quiero saber nada", y mucho más cuando me dijo un "Chau" cortante. Creo que esta vez si la cagué... Ya la había cagado con cosas que merecían la pena antes pero su cólera era cuestión de minutos... Y ahora, con un detalle pequeño y estúpido, la cagué. Me había acostumbrado a que su molestia dure poquitísimo... Ahora parece que esta fuera eterna. Siento que la tengo lejos, siento que no quiere saber nada de mi. Siento que no tengo otra opción que rendirme y hacer algo más por ella... Ganarme su cariño y volver a empezar. La he estado esperando más de veinte minutos en la puerta de su instituto, mas no aparece por ningún lado. Estoy ahora frente a su casa y no da ninguna señal. Me apena mucho tocar el timbre y que ella salga con una expresión no antes vista... una expresión de tristeza total. Ojalá salieras... Ojalá te dieras cuenta que estoy aquí, he vuelto por ti.... No voy a dejar que nada se destruya... He venido por ti y por mi.

lunes, 28 de septiembre de 2009

En busca de la felicidad

Photo by SkagitLily
Una vez dije que si miraba al sol y lo encontraba diferente sería porque, aquel día,
se convertiría en ocasión para ser mucho más feliz de lo normal. ¿Mucho más feliz? Sí, mucho más alegre.
Si alcanzara atar una soga de mi ventana tan alta hasta el suelo de mi casa, podría escaparme y salir
a donde nadie supiera... un lugar que nadie conociera... Todo para obtener mi espacio, para estar
sola un momento y simplemente... ser feliz. No puedo estar más feliz cuando la bulla no me aqueja,
cuando la violencia no se muestra, cuando tanta falta de valores no se hace presente... Todo esto no sucede aquí. Aquí las muertes son cuestión de cosa diaria, los robos e injusticia es pan de cada día. Así es aquí... y aquí ya es difícil ser feliz. Solo sería bonito llevarme conmigo a mucha gente que se siente igual, hacer un viaje a un sitio desconocido y... respirar, mirar el sol... tratar de ser feliz.
Hoy el sol luce igual, no hay nada extraño en él. Quizá solo nos queda intentar ser felices, viviendo entre cada inhumano que solo gusta de hacer maldad, tempestad de pobreza y hambre de valores... Tal vez la vida solo se trate de eso, de subsistir y pelear por ser feliz. Con lo que te haya tocado vivir: Ser feliz.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Aquel señor del parque

El martes, alrededor de las seis y media, me encontraba viniendo lo más rápido de la universidad para poder pasear a mi perro sin falta. Abrí la puerta y él me esperaba en el patio, moviendo su cola. Le puse el collar y salimos los dos a dar un paseo nocturno en el parque que está a dos cuadras de mi casa. Caminábamos tranquilos, no había apuro. Algunos perros iban apareciendo en el camino, pero esos son tan grandes que prefiero alejarme porque la mayoría termina buscando pelea. Mi perro es pequeño pero aún así no tiene miedo a la bronca. Es un enano 'peleachi'. Llegamos al parque y nos pusimos pasear con toda la calma posible. El parque no es nada pequeño y por eso mi perro no se cansa de pasar por un mismo lugar. Menos me voy a cansar yo, que me distraigo viendo a mi perro tan feliz de dar su paseo.

Estabamos caminando por distintos sitios, cuando fue que vi llegar a ese ser extraño al parque. Se trataba de un señor que venía con bultos en las manos y, tras extender una pequeña manta en el pasto, se sentó encima de ella. Desde lejos, porque se ubicó en un lugar muy arinconado, tenía la pinta de ser algún loquito o simplemente algún borrachito, ya que vestía los harapos más sucios y descuidados que podía tener alguien en ese parque. Además, tenía una barba que lo hacía ver un poco más desaseado. La curiosidad me invadió y procuraba llevar a mi perro un poco más cerca de donde estaba el hombre. Pude observar cómo sacaba de su mochila (si es que era mochila) un montón de alimentos... Lo único que recuerdo perfectamente de ellos eran las tres o cuatro botellas de yogurt que yacían a su lado, pero estaba convencida que todo aquello que estaba sobre la manta no era nada más que comida. Mas bien puso toda la comida afuera, agarró rapidísimo una botella de yogurt y se lo tomó en un dos por tres. Acto seguido, hizo lo mismo con las galletas o lo que fuera de comer que había traído consigo.

Era indescriptible cómo devoraba todo con tanta rapidez. Se le veía tan hambriento y, a la vez, tan solo. En ese momento fue inevitable no sentir melancolía y las ganas de hacer algo por él. Yo sé que soy una persona sensible, pero en ese instante me sentí más sensible de lo normal. Creí haber escuchado en mi interior a mi conciencia decir: "Cómprale algo de comer, ¿Qué esperas?" y también decir: "Da un poco de temor... Mejor no hagas nada, tal vez sea peligroso". Agarré la correa de Cooper (mi perro) y seguí paseando un poco más cerca de aquel personaje; era imposible no sentir curiosidad de saber si era realmente una persona paupérrima, algún loquito sin hogar, o simplemente un borrachín que había sido expulsado de su casa por una esposa molesta. Varias alternativas corrían por mi cabeza y sabía que ninguna la resolvería hasta preguntarle qué hacía tan solo y si podía comprarle algo. ¿Preguntarle? ¿Hablarle? Sin duda era demasiada curiosidad, pero sabía que detrás de todo lo que me impulsaba a hacerlo estaban unas ganas locas de ayudar. Era extraño lo que yo sentía cuando miraba al individuo comer como si no lo hubiera hecho en años: era una sensación de preocupación, intriga y cariño hacia el... sí, cariño... como si él fuera un conocido, como si se tratase de mi abuelo o algún viejo amigo.
Me puse a pasear con Cooper un poco más cerca del sujeto, eso sería lo más cerca que estaría de él. Ya había dejado de comer y lo que hizo, a continuación, fue utilizar un encendedor. Ahí me asusté un poco. Lo apagaba, encendía... Lo apagaba, lo encendía... Lo apagaba, lo encendía... Hizo tal acción, sin exagerar, incontables veces. Ahora era mucho más difícil poder acercarme, me invadió un poco más el temor. El viento empezaba a correr y era señal de que Cooper y yo teníamos que regresar. "Tengo que hacer algo por él, no me puedo ir así... Pero... ¿Si me roba? ¿Si tiene otras intenciones?" me preguntaba en mi cabeza por última vez. Así, decidí ir hacia el vigilante del parque y preguntarle por tal personaje; sin embargo, no llegué a hacerlo, no quería que por mi culpa puedan botar al señor del parque. Entonces, casi yéndome, vi que llegaba una pareja de similar condición al parque y el vigilante les hizo una pregunta, la cual contestaron al instante. Segundos después, noté que mi querido personaje había comenzado a fumar. Fue entonces que se dio mi pensamiento final: "Creo que es mejor dejarlo así". Agarré la correa de Cooper una vez más y me alejé de la escena. Me fui alejando sin dejar de mirar atrás unas cuantas veces, como diciendo para mis adentros: "Lo siento, algo me impidió hacer alguna cosa por ti".

Sé que lo que no me permitió acercarme al sujeto fue el miedo y la inseguridad de no saber qué cosa podía suceder luego. El parque estaba casi solo y oscuro pero también sabía que estas circunstancias no fueron la razón del miedo. El miedo era que aquella persona, pobre e indefensa para mi, pudiese convertirse de la nada en un lobo y pudiera desarmar todas mis expectativas y ganas de ayudar. Ese miedo surge cuando, por lo general, tal cosa suele ocurrir siempre y entonces, todos nos volvemos desconfiados. Es lo mismo que ocurre cuando estamos en un micro y sube alguien a vender caramelos: algunas veces no le compramos nada porque pensamos que ese dinero lo usará para otra cosa o simplemente, nos engaña. Es lo mismo que pasa cuando uno está caminando por la calle y puede ver andar a su costado a un niño de apariencia pobre y rostro dulce y sentir ternura hacia él, pero que en cuestión de segundos te quita lo que tienes y se convierte en lo que llamamos un "pirañita". Me parece increíble cómo ahora ya es difícil confiar hasta en la persona de imagen más inocente en la calle... hasta el punto que nuestras ganas por ayudar se vean disminuidas, hasta el punto que personas que merecen ser ayudadas no puedan serlo por la culpa de otros que disimulan hacerlo y solamente, nos engañan. La verdad es que espero encontrar al personaje de nuevo. ¡Tal vez el miedo desaparezca y aquello realmente valga la pena!

domingo, 20 de septiembre de 2009

Lejos


¿Y qué interesa si no estás?
Nada. Aquí hay, en este corazón, mucho amor tuyo para recordar.
¿Y qué importa si tu presencia no la siento?
Nada. Aquí hay, en esta mente, muchos momentos nuestros que recuerdo.
Todo listo en el equipaje para momentos así, momentos en que parece que la soledad me abraza mucho más fuerte que tú... Pero, no... no es así.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Mis palabras para ti


Te caíste. Mírate ahi sentado observando el cielo con tus ojitos brillosos y humedecidos por las lágrimas saladas... ¿Qué esperas? ¡Levántate!... ¿Esperas ser recogido? Vamos, levántate.
Tienes un moretón cerca del pecho y una mano lastimada por querer defenderte. ¿Qué haces mirando las heridas? ¡Lévantate y sánalas! No hay mejor remedio que el que tú mismo fabricas. Sécate esas lágrimas que comienzan a resbalar por tus mejillas llenas de pecas y ya no tengas una mirada así. Observa con firmeza y marca tu punto... ¡Marca tu meta!
Párate... ¡No dejes que te vuelvan a empujar! La vida es tan grande y muchas caídas habrá, pero tú tienes que mantenerte fuerte y decir: Hoy no me dejo ganar.
Listo, ahora estás de pie... ¿Ves lo fácil que fue? Corre... ¡Anda a vivir!... y nunca te olvides de sonreír, porque la vida es muy hermosa para quedarse llorando... ¡Vive, pero vive feliz!

La última oportunidad


Hoy tengo muchas ganas de ir hacia atrás,
fastidiar un tanto al reloj y al tiempo.
Sé lo estupido que esto puede sonar,
pero perdi la oportunidad de decirte "Te Quiero".

Hoy necesito atrapar ese sueño extraviado,
que no se cumplió por no haberlo intentado.
Y es que en mi corazón salta un deseo encerrado,
que se quedó reprimido y me grita: ''Dile TE AMO"


Hoy voy a correr tras de ti y te abrazaré
como hasta ahora nunca lo he podido hacer.
Te diré que tú eres lo mejor de mi ser,
y tú me dirás que como amigos todo está bien.

Hoy yo ya sabía que era tarde para darlo todo,
pero ven tú a convencer a este corazón loco...
Hoy yo ya sabía que el amor no iba a nacer,
pero ven tú a convencer a este corazón loco...

Hoy ya no es nada porque el hoy es ayer,
ahora viene el mañana y con él, más por hacer.
Mañana yo sabré que nunca me arrepentiré
de haberte dicho "Te quiero" y perder el miedo a perder.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Mujer de una noche


Abrió su guardaropa y sacó el mejor vestido que podía tener. Era rojo carmín y tan corto como su cabello al estilo Marilyn Monroe, sabía que con algo así él no se iba a resistir. Agarró su colorete de color más vivído y pintió sus labios en un 'dos por tres'. Agarró sus zapatos negros taco aguja, su bolso lleno de más maquillaje y emprendió la salida hacia la casa del individuo.

Cuando llegó al edificio, subió las escaleras y comenzó a buscar el supuesto número de la habitación. Sus tacones sonaban tan fuerte que podían despertar a la persona de sueño más profundo, mas a ella no le importaba. Mas bien encontró el lugar donde vivía aquel hombre, tocó el timbre dos veces seguidas y se quedó parada esperando a que abrieran la puerta. La puerta se abrió de golpe y la mujer entró lo más sigilosa posible. Aquel hombre se hallaba tendido en el mueble, con un cigarro en la boca y la mirada perdida. Ella lo miró, puso su bolso en la mesa y luego fue al baño. Cuando salió, se sentó a su lado y comenzó a acariciarle el cabello canoso. Lentamente, se iba acercando más a su rostro y comenzó a besarle el cuello. Él giró la cabeza y la besó en la boca. Hacían mucho ruido al besarse pero después fueron haciendo silencio... cada vez más silencio... mucho más silencio... Tanto silencio que se podía escuchar el sonido de la ropa al caer.

Después de un encuentro fugaz, de la colisión corporal, de la pasión efervescente y la noche más afrodisiaca vivida por aquel hombre del departamento 242, la mujer agarró su bolso y se fue para no volver más.

Camina la mujer del vestido rojo carmín por las calles del barrio más horrible de la ciudad, hace sonar sus zapatos taco aguja y se pinta la boca al andar. Los chiquillos la miran, los hombres le silban... y ella se dirige tranquila, sin preocuparse de lo demás, hacia la casa que sigue en su lista para visitar.


sábado, 12 de septiembre de 2009

La nueva Marisol - (primera vez que intento esto)


Debo decir que es la primera vez que intento hacer esto (tal como el título lo dice). Es la primera vez que intento escribir personalizando a un hombre en esta historia y, aparentemente, no me fue nada mal. Sólo me gustaría aclarar que, solo por si no estás enterado, escribir es fantasía. Mis escritos no te van a decir nada de lo que soy, no te van a dar detalles de mi vida, ni mucho menos de mis verdaderos sentimientos.
Escribir es fantasía, recuérdalo... Y mucho más en este ejemplo.


Éramos dieciseisañeros los dos, es decir, apenas unos polluelos (como nuestras madres solían llamarnos). Nos conocíamos desde los tres años, cuando ella se mudó a la casa del al lado. Mas, ambos éramos muy pequeños para entender que a partir de ese día comenzaría lo mejor de nuestras vidas o también, lo más desgraciado de estas.

Ella tiene un bonito nombre: Marisol... y es que cuando veía sus ojos color caramelo, éstos eran tan radiantes como la propia luz del sol. Su cabello era castaño y brillaba mucho más que el oro, tal vez ahora es tan blanco como la nieve o, tan artificial como el amor que ella sabe dar. Era temerosa pero optimista al mismo tiempo. A veces me gustaba que ella fuera así porque me sentía con el deber de protegerla, siquiera como amigos: Mejores amigos.

En esos días ochenteros, cuando teníamos dieciséis, parecía que no podíamos pasar ni una tarde sin vernos. Yo iba a su casa, ella venía a la mía, salíamos al parque, íbamos al cine, compartíamos fiestas y sobretodo, nos veíamos a diario en el colegio. No nos cansábamos de vernos. La verdad es que éramos los mejores amigos que pudieron existir alguna vez, los mejores.

Fue en su cumpleaños número dieciseís que sucedió todo. Ella hizo una fiesta (para variar, temerosa de que pueda salir algo mal) y fue la ocasión perfecta para decirle que lo que yo la quería mucho más que a una amiga, que ella me gustaba... ¡Que yo la amaba! ¡No podía dejar pasar aquella oportunidad! Recuerdo que estuve pensando en lo que me pondría durante casi una semana: terminé escogiendo un pantalón color gris y una camisa negra recién comprada por mi madre. Usé el perfume de mi padre y me puse por primera vez vaselina en el cabello. Parecía un muñeco de torta pero me veía elegante, exactamente como quería lucir para esa noche.
La fiesta era en su casa, las luces no paraban de dar vueltas y ya había una gran cantidad de chicos y chicas bailando cuando yo llegué. Entonces la ví: estaba perfecta. Tenía puesto un vestido blanco con brillantina y una cinta púrpura que adornaba su cabello de una manera hermosa... ¡Era un ángel!

La saqué a bailar y pronto comenzaron los roces de caras. Ella sabía que algo iba a suceder, ella lo presentía, yo sabía que ella sabía. Nos encontrábamos bailando una de esas canciones lentas, cuando de repente ella me besó de un momento a otro. Me quedé sin palabras. Ésa iba a ser mi jugada, ella no era así... ¿Qué pasaba? Sabía que ella también sentía lo mismo que yo, pero ella... ¿Dando el primer beso? Era un poco extraño hasta para mi, que incluso la conocía mejor que nadie.

No me dijo nada sobre el beso en toda la noche y no la obligué a hacerlo, supuse que estaba avergonzada. A pesar de eso, seguíamos bailando y los besos repentinos se seguían dando. Cuando me fui, le di un beso en la mejilla y le dije: "No importa que no hablemos sobre eso, no sabes cuán feliz me hizo. Gracias por una noche estupenda". Se quedó callada unos segundos y luego respondió: "Gracias a ti por venir. Quiero que nunca dejemos de ser los mejores amigos y si sucede algo entre los dos, que no se acabe a pesar de lo que pueda pasar". Sus palabras me sonaron algo raras, pero no le hice mayor caso. Solo la abracé y me fui.

Los días siguientes fueron geniales: íbamos juntos a todo sitio, el cariño había crecido, pasábamos momentos inolvidables... y por fin, en una tarde de esas, fuimos al parque donde siempre íbamos a parar después del colegio, y le pedí que sea mi enamorada. Ella me aceptó. Fue el mejor día de toda mi vida, ¡El mejor de todos! Ahora, no sé si les guste saber qué sucedió después... Todo fue tan sorpresivo... tan chocante... tan decepcionante...

Llevábamos dos años de ser enamorados... dos años cuyos días están intactos en mi memoria. Iba convirtiéndose en una relación bonita, cada vez más fuerte. Sin embargo, de un día para otro, ella me dijo que se tenía que ir. "¿Estudiar fuera del país? ¿Por qué? ¡Puedes hacerlo aquí!", le decía; "Entiende... mis oportunidades están en otro sitio... No puedo quedarme", respondía y repetía cada instante. Me parecía estar viviendo una pesadilla, no podía creer que ella se fuera de mi lado... No quería dejarla ir.

La acompañé al aeropuerto con su familia. No dejé de ver cada cosa que ella hacía, quería grabar cada detalle suyo antes de que se fuera. Cuando estaba a punto de subir al avión, le di una rosa roja que había comprado antes de ir al aeropuerto. "Espero que nunca olvides lo que me dijiste... que nunca dejaremos de ser mejores amigos... nunca", le dije y di un beso en los labios. Luego, regresé donde estaba su familia para verla partir. El avión se alejaba poco a poco, se iba haciendo más pequeño... más y más pequeño...

Durante los meses que siguieron, seguimos comunicándonos por cartas y, aparentemente, todo seguía igual. Eso pensé hasta que me llegó su última carta, cuyas palabras no me decían nada más que un frío adiós. La verdad, es que yo había notado cierto cambio en las cartas anteriores a éstas: traían un tono más indiferente... cambiado, tal vez nada similar a lo que ella escribiría. De todas formas, su última carta me confirmó que ella era otra. Una chica a la que yo no había conocido jamás... una chica que ahora vestía sólo ropa de marca, gustaba de gringos y la apariencia y los nuevos placeres estaban antes que sus viejos amigos.

No le pedía que el amor que nació alguna vez entre ambos durara para siempre... ¡Pero sí que no matara nuestra amistad! Nunca pude comprender cómo una persona, solo por alejarse de su medio, podía cambiar tanto hasta llegar a ser completamente diferente. Tenía ganas de verla, de recriminarle en la cara lo que ella me había prometido y hacer que recuerde cuántos momentos felices habíamos pasado juntos, no como enamorados, sino como mejores amigos. Pero tuve que controlarme, las cosas habían pasado a ser otras. Los tiempos cambiaron y ella también. No me ha quedado más que aceptar lo que vino para mi y hundirla a ella en lo mejor de mis recuerdos, así no haya sido quien yo creí que era, guardarla en el cofre de las memorias más bellas que adornaron mi vida.
Qué será de ti, pequeña... Hoy puedo verte en mi mente y sólo me pregunto... ¿A dónde se fue Marisol?

Después de años...

C. Hace tiempo que no escribo. ¿Qué c. fue conmigo? Al parecer, me desaparecí en tiempo de relajadas vacaciones y también, sobretodo, ahora que regresé a clases (demasiado por leer). Como es fácil de notar, lo que estoy escribiendo ahora tiene un tono más personal y me agrada. Sin embargo, no pienso hacer de mi rincón un pequeño diario. Creo que necesitaba darle algún detalle nuevo al blog y este puede ser un tono más personal de vez en cuando, repito, de vez en cuando. Sin hacer muchas aclaraciones (las cuales son más para mi que para los que puedan estar leyendo el 'Rincón de Ross'), termino este corto párrafo compartiendo, de alguna manera, que estoy en una etapa donde la inspiración se ve de color blanco. Espero que sea algo temporal porque esto de escribir siempre me encantó y principalmente, porque mi blog es uno de los mejores placeres que he probado..
Gracias por visitarlo de vez en cuando!