viernes, 11 de junio de 2010

Cap III. Un peculiar encuentro

[Dibujos: Erii*]

Lo que sucedió con Andrea, asi hubiese sido fácil olvidarse de ella, tuvo tediosas consecuencias. Tuve que resignarme a no pelear con los amigos del "nuevo chico de Andrea", que se burlaban de mi al verme pasar. Tuve que aguantar los reproches de mis amigos que, felizmente, cesaron pronto. Y lo peor, tuve que soportar que uno de ellos, "El Loco", me presentara cada instante a varias de sus amigas. "El Loco" era uno de mis mejores patas, pero no coincidíamos en nuestros puntos de vista. Él también creía que debí aprovechar la oportunidad con Andrea, sin embargo respetó lo que decidí. No obstante, "El Loco" me presentaba una que otra amiga sin parar, de modo que pudiese conocer "mi chica perfecta". Nunca faltan esos amigos que te quieren conseguir novia por donde sea.

Uno de esos días, "El Loco" trajo a una de sus amigas a la hora que salíamos de nuestro colegio. La chica era simpática: era pequeña pero muy agraciada. Sin embargo, no me agradó su forma de ser: era evidente que le interesaba tener algo conmigo o con cualquier otro chico. Me dije a mi mismo: "No. Las mandadas no van conmigo". Intenté escapar lo más rápido posible de tal incómodo encuentro con la amiga del Loco, así que decidí ir al paradero más cercano. Dije de pretexto "que tenía que terminar un trabajo muy importante" y me fui, tan pronto como pude. "El Loco" me estuvo reprochando también por aquello durante varios días.

El punto es que, de haber salido tan apurado, me dirigí hacia el paradero equivocado. El ómnibus que me llevaba a casa demoró bastante en pasar y yo, que soy "tan paciente" me aburría y caminaba de un extremo a otro en la vereda. De repente, apareció esa personita tan peculiar de mi clase: Delia. Venía sonriendo, mientras dejaba lucir sus brackets de colores. No sabía si sonreía por el hecho de querer saludarme o simplemente porque era una chica muy feliz. Definitivamente era lo segundo. Delia se paró a mi costado y solo dirigió su mirada a los buses que venían en camino. Ella y yo no hablábamos mucho en clase: apenas habíamos cruzado palabras. Sin embargo, no quise ser poco atento y la saludé.

-¡Hola, Delia!

Ella volteó algo turbada, me miró y respondió el saludo con timidez.

-Hola, Ricardo... ¡No te había visto!
-Lo sé -le dije, acercándome un poco más- ¿Aquí tomas tu bus?
-Claro... ¿Tú también tomas el bus aquí?
-No -miré a otro lado, quizá de vergüenza-. Sólo que me equivoqué de paradero.
-¿Y cómo llegarás a tu casa?
-No sé, veré qué bus puede llevarme a un lugar cerca de ella -le dije, algo incómodo porque la conversación se estaba extendiendo
-¡Oh! -suspiró- Seguro puedes tomar mi bus, creo que llega a todo sitio.
-Bueno -dije, sin estar seguro- preguntaré de todas formas.

Delia tenía razón: el bus que ella tomaba era "casi mágico". Daba un montón de vueltas, pero llegaba a lugares algo céntricos. Cuando el cobrador me dijo la ruta que hacía, subí al mismo bus con Delia. Nos sentamos juntos y guardamos silencio por un momento. Ella miraba a la ventana y yo, por el reflejo, podía ver que estaba algo nerviosa. Ella era un poco vergonzosa con los chicos; tal vez porque no estaba acostumbrada a que éstos le hablaran.

-¿Cómo te va con las notas? -decidí romper el hielo
-Bien. Mis notas siguen igual. -respondió rápidamente
-¡Oh! Tú siempre con tus notas óptimas, Delia. Felicitaciones por eso.

Ella, al escuchar esto, se sonrrojó. Aunque sus lentes tapaban casi toda su cara y sus brackets color amarillo eran lo que más resaltaba en su rostro, sus mejillas enrojecidas la hacían ver extrañamente simpática.

-¿Y tú cómo vas con las notas? -me preguntó
-Más o menos... Mis notas han bajado un poco -le respondí, avergonzado por estar diciéndole esto a una chica muy inteligente y responsable.
-¡Oh! Eso es triste de escuchar... Tú nunca has sido mal alumno, creo.
-No. Mal alumno no he sido... ¡Pero excelente alumno como tú tampoco!

Y ella se volvió a sonrrojar. De repente, yo estaba sonando un poco halagador y no me daba cuenta de ello. O quizás si lo noté. No lo sabía, solo me dejaba llevar por mi instinto. Y el instinto me decía: "Sé amable con ella". Ni yo me entendía del todo.

-Tal vez estás distrayéndote con cosas que no valen la pena... -me dijo, volteando el rostro hacia la ventana
-¿Cómo? -le pregunté, muy confundido
-No estoy muy segura, pero creo que últimamente te he visto distraído en clases...
-¿Distraído? -pensé un poco sobre aquella palabra- ¡Ah! Pues sí, sí he estado un poco distraído e incómodo durante estos días... ¡No sabes qué se siente cuando una chica como Andrea te trata de esa forma!
-Sí, me imagino... ¡Has de estar destrozado! -dijo Delia, sin ocultar cierta pena en su mirada
-Sí -asentí, pero luego pensé mejor en lo que ella había dicho- Espera... ¡¿Tú sabías lo que pasó con Andrea?!
-Bueno, es inevitable escuchar lo que a veces tus amigos conversan en voz alta...
-Ah... Ahora sí... -miré al suelo- ¡Qué vergüenza! De verdad, pensé que esto sólo lo iba a saber mi grupo de amigos. -le dije, realmente humillado
-No te preocupes, Ricardo -dijo con tranquilidad- Yo no soy de burlarme de nadie. Además, cualquiera pudo haberse enterado que tenías algo con solo verte: tu mirada andaba perdida en clases.
-Seguro... -le respondí más desanimado, pero volví a pensar en lo que ella acababa de decir- Espera, ¿¿¿Tú me estuviste viendo todo el tiempo en clase???

Y esa fue la pregunta que malogró tan "ameno" diálogo. Delia se paró de su asiento, indicó al cobrador del bus que se detenga en el paradero siguiente y enseguida, bajó. Yo me quedé con la pregunta en la boca, mirando por la ventana cómo ella se alejaba.

No hay comentarios: