sábado, 29 de mayo de 2010

Lapicero en mano (o dedo en tecla) e inspiración volando

Cuando era niña, según mi mamá y mi tía, siempre les contaba historias que nunca tenían final. Me dicen que era una niñita creativa y me gustaba mucho dibujar. Lo último lo recuerdo bastante: llevaba mis cuadernos de dibujo al colegio, hasta que el profesor Demetrio me gritó (cuando estaba en primer grado) y me dijo que en su clase no estaba permitido dibujar. Viejo tonto. Sin embargo, recuerdo mucho más ese deseo mío, que siempre he tenido, de escribir un libro. Desde pequeña lo tengo, así como el de ser actriz. Y también el ser periodista. ¿Qué pasó con el dibujo? Aún me gusta, pero creo que perdí la práctica. Y la práctica hace al maestro.

Yo nunca he sido muy asidua de leer: si leí, siempre fueron cosas que llamaron mi atención directamente. No obstante, si me gustaba un libro, lo disfrutaba mucho. Le comentaba a mi mamá, amante de los libros, qué me había parecido lo que leí y que algún día yo también quería escribir algo así. Para ser más específica, me quedaba pensando mucho en la forma cómo describían los autores a sus personajes. Siempre me llamó la atención cuántos personajes podemos crear con nuestra imaginación. Entonces, comencé no a escribir; pero sí a crear historias por medio de dibujos. Hacía mi lista de capítulos y me ponía a dibujar toda la "novela" que mi cerebro infantil había laborado. Por supuesto que no terminé ninguna, solamente me quedaba en algunos capítulos. Lo que pasa es que antes era algo floja, y los que me conocen lo saben. Mi lectora principal (por no decir única) era mi madre. Creo que ese tiempo preciado que ella se daba para leer o ver las cosas que yo hacía en mis cuadernitos influyó mucho en esa seguridad que siento a la hora de escribir algo. Es decir, es una corriente que me lleva: siento que me estoy dirigiendo a algo bueno mientras escribo.

Dejé los dibujos y comencé con las poesías. Sin duda las "poesías" comenzaron cuando tuve mi "primer amor", justamente en sexto de primaria. Este asunto es tema aparte. Obviamente las rimas eran algo parecido a "Tus ojos son un lucero que iluminan mi sendero" y otros clichés que surgen en la cabeza de un ser enamorado. Pero ya eran las primeras muestras de que lo mío es escribir. Recuerdo ese afán que tenía por mostrarle mis poesías recién acabadas a mi mamá: yo sabía que a ella le iban a gustar. Hasta ahora sigue siendo mi lectora fiel.

Dejé las poesías por la razón que simplemente "no me acuerdo". Seguro fue porque estaba más interesada en la novedad del MSN y otros vicios en internet. Pero es raro: actualmente soy una viciosa al Facebook y sigo escribiendo. Pero, bueno... ¡Hay que ser sinceros! Estoy segura que sin una cuenta de Facebook ya habría escrito ahora muchas más entradas en el blog. Pero en fin, no pienso desactivar mi cuenta. No por ahora.

No sé cómo, pero de un momento a otro volví a las poesías. De repente todo comenzó porque me volví a enamorar o simplemente, porque el gusto volvió. Aunque como sabrán, actualmente ya no me limito a poesías: me gustan, sobretodo, las crónicas. Tema aparte. Ahora que recuerdo, en mi colegio escribimos un "periódico escolar" en el año 2006. Ese factor hizo que me gustara de nuevo escribir y, a la vez, que dejara de hacerlo. En realidad, yo fui la que ocasionó que dejase de escribir por mi cuenta: fui muy susceptible a las críticas de lo que escribía, por parte de mis profesores, y pensé que todo lo que estuviese escribiendo estaba mal. Eran años de baja autoestima y cualquier crítica me hacía sentir incapaz. Evidentemente esa actitud se borró, ahora puedes decir lo que quieras en tus comentarios: Dale, critica o halaga. Gracias de todos modos :).

El punto de escribir todo esto es: tenía hartas ganas de hacer un "remember" de cómo comenzó todo este interés por escribir, valga la redundancia. Justo acabo de actualizar mi estado en Facebook, el cual dice (en resumen) "Quiero escribir muchos libros y en verdad, lo deseo". Soy muy feliz cuando escribo algo y le doy una leída. Soy muy feliz cuando vivo tantas cosas y al final de ellas, estoy pensando en que algún día sería bueno escribir sobre ellas. Soy muy feliz cuando hago historias en mi cabeza y pienso que sus personajes algún día serán varias de las personas que ahora me rodean. Ok, no te asustes: seré muy discreta y no te darás ni cuenta que ese personaje eres tú. Tampoco quiere decir que todo lo que me ponga a escribir será la historia de cada uno de mis allegados. Creo que quien escribe me entiende: de alguna forma todo lo que vivimos se filtra, sin ser evidente, en lo que creamos. Bueno, finalmente debo decir: Es fascinante esta locura de escribir. Y en pocas palabras: me encanta.
¿Tú no escribes? Anímate, pues. Este no es un texto publicitario, pero: No te quedes, no sabes lo que te pierdes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al parecer eres buena. Sigue asi! oFTo