sábado, 12 de septiembre de 2009

La nueva Marisol - (primera vez que intento esto)


Debo decir que es la primera vez que intento hacer esto (tal como el título lo dice). Es la primera vez que intento escribir personalizando a un hombre en esta historia y, aparentemente, no me fue nada mal. Sólo me gustaría aclarar que, solo por si no estás enterado, escribir es fantasía. Mis escritos no te van a decir nada de lo que soy, no te van a dar detalles de mi vida, ni mucho menos de mis verdaderos sentimientos.
Escribir es fantasía, recuérdalo... Y mucho más en este ejemplo.


Éramos dieciseisañeros los dos, es decir, apenas unos polluelos (como nuestras madres solían llamarnos). Nos conocíamos desde los tres años, cuando ella se mudó a la casa del al lado. Mas, ambos éramos muy pequeños para entender que a partir de ese día comenzaría lo mejor de nuestras vidas o también, lo más desgraciado de estas.

Ella tiene un bonito nombre: Marisol... y es que cuando veía sus ojos color caramelo, éstos eran tan radiantes como la propia luz del sol. Su cabello era castaño y brillaba mucho más que el oro, tal vez ahora es tan blanco como la nieve o, tan artificial como el amor que ella sabe dar. Era temerosa pero optimista al mismo tiempo. A veces me gustaba que ella fuera así porque me sentía con el deber de protegerla, siquiera como amigos: Mejores amigos.

En esos días ochenteros, cuando teníamos dieciséis, parecía que no podíamos pasar ni una tarde sin vernos. Yo iba a su casa, ella venía a la mía, salíamos al parque, íbamos al cine, compartíamos fiestas y sobretodo, nos veíamos a diario en el colegio. No nos cansábamos de vernos. La verdad es que éramos los mejores amigos que pudieron existir alguna vez, los mejores.

Fue en su cumpleaños número dieciseís que sucedió todo. Ella hizo una fiesta (para variar, temerosa de que pueda salir algo mal) y fue la ocasión perfecta para decirle que lo que yo la quería mucho más que a una amiga, que ella me gustaba... ¡Que yo la amaba! ¡No podía dejar pasar aquella oportunidad! Recuerdo que estuve pensando en lo que me pondría durante casi una semana: terminé escogiendo un pantalón color gris y una camisa negra recién comprada por mi madre. Usé el perfume de mi padre y me puse por primera vez vaselina en el cabello. Parecía un muñeco de torta pero me veía elegante, exactamente como quería lucir para esa noche.
La fiesta era en su casa, las luces no paraban de dar vueltas y ya había una gran cantidad de chicos y chicas bailando cuando yo llegué. Entonces la ví: estaba perfecta. Tenía puesto un vestido blanco con brillantina y una cinta púrpura que adornaba su cabello de una manera hermosa... ¡Era un ángel!

La saqué a bailar y pronto comenzaron los roces de caras. Ella sabía que algo iba a suceder, ella lo presentía, yo sabía que ella sabía. Nos encontrábamos bailando una de esas canciones lentas, cuando de repente ella me besó de un momento a otro. Me quedé sin palabras. Ésa iba a ser mi jugada, ella no era así... ¿Qué pasaba? Sabía que ella también sentía lo mismo que yo, pero ella... ¿Dando el primer beso? Era un poco extraño hasta para mi, que incluso la conocía mejor que nadie.

No me dijo nada sobre el beso en toda la noche y no la obligué a hacerlo, supuse que estaba avergonzada. A pesar de eso, seguíamos bailando y los besos repentinos se seguían dando. Cuando me fui, le di un beso en la mejilla y le dije: "No importa que no hablemos sobre eso, no sabes cuán feliz me hizo. Gracias por una noche estupenda". Se quedó callada unos segundos y luego respondió: "Gracias a ti por venir. Quiero que nunca dejemos de ser los mejores amigos y si sucede algo entre los dos, que no se acabe a pesar de lo que pueda pasar". Sus palabras me sonaron algo raras, pero no le hice mayor caso. Solo la abracé y me fui.

Los días siguientes fueron geniales: íbamos juntos a todo sitio, el cariño había crecido, pasábamos momentos inolvidables... y por fin, en una tarde de esas, fuimos al parque donde siempre íbamos a parar después del colegio, y le pedí que sea mi enamorada. Ella me aceptó. Fue el mejor día de toda mi vida, ¡El mejor de todos! Ahora, no sé si les guste saber qué sucedió después... Todo fue tan sorpresivo... tan chocante... tan decepcionante...

Llevábamos dos años de ser enamorados... dos años cuyos días están intactos en mi memoria. Iba convirtiéndose en una relación bonita, cada vez más fuerte. Sin embargo, de un día para otro, ella me dijo que se tenía que ir. "¿Estudiar fuera del país? ¿Por qué? ¡Puedes hacerlo aquí!", le decía; "Entiende... mis oportunidades están en otro sitio... No puedo quedarme", respondía y repetía cada instante. Me parecía estar viviendo una pesadilla, no podía creer que ella se fuera de mi lado... No quería dejarla ir.

La acompañé al aeropuerto con su familia. No dejé de ver cada cosa que ella hacía, quería grabar cada detalle suyo antes de que se fuera. Cuando estaba a punto de subir al avión, le di una rosa roja que había comprado antes de ir al aeropuerto. "Espero que nunca olvides lo que me dijiste... que nunca dejaremos de ser mejores amigos... nunca", le dije y di un beso en los labios. Luego, regresé donde estaba su familia para verla partir. El avión se alejaba poco a poco, se iba haciendo más pequeño... más y más pequeño...

Durante los meses que siguieron, seguimos comunicándonos por cartas y, aparentemente, todo seguía igual. Eso pensé hasta que me llegó su última carta, cuyas palabras no me decían nada más que un frío adiós. La verdad, es que yo había notado cierto cambio en las cartas anteriores a éstas: traían un tono más indiferente... cambiado, tal vez nada similar a lo que ella escribiría. De todas formas, su última carta me confirmó que ella era otra. Una chica a la que yo no había conocido jamás... una chica que ahora vestía sólo ropa de marca, gustaba de gringos y la apariencia y los nuevos placeres estaban antes que sus viejos amigos.

No le pedía que el amor que nació alguna vez entre ambos durara para siempre... ¡Pero sí que no matara nuestra amistad! Nunca pude comprender cómo una persona, solo por alejarse de su medio, podía cambiar tanto hasta llegar a ser completamente diferente. Tenía ganas de verla, de recriminarle en la cara lo que ella me había prometido y hacer que recuerde cuántos momentos felices habíamos pasado juntos, no como enamorados, sino como mejores amigos. Pero tuve que controlarme, las cosas habían pasado a ser otras. Los tiempos cambiaron y ella también. No me ha quedado más que aceptar lo que vino para mi y hundirla a ella en lo mejor de mis recuerdos, así no haya sido quien yo creí que era, guardarla en el cofre de las memorias más bellas que adornaron mi vida.
Qué será de ti, pequeña... Hoy puedo verte en mi mente y sólo me pregunto... ¿A dónde se fue Marisol?

1 comentario:

Pablo dijo...

mira el boleto d avion para saber donde se fue pezweon! xD jajaja

buena historia, eso siempre pasa con las personas q crees conocer bien, pero d un momento a otro cambian. se siente una gran desilusion u.u