viernes, 24 de julio de 2009

La primera noche

Nos hallábamos echados en ese pasto pomposo que adorna a la colina, era nuestro lugar favorito porque solíamos jugar en él cuando éramos niños. Yo era más pequeña que él pero, aún así, nuestras manos podían entrelazarse de una manera perfecta al encontrarnos acostados sobre la colina, nuestra colina. Ninguno de los dos nos mirábamos, ambos estábamos perdidos en el brillo que nos regalaban esa noche la luna y las estrellas. El cielo no era negro esa vez: vestía de violeta para nosotros. Su mano apretaba muy fuerte la mía, fue entonces que giró su cabeza para verme: aquella mirada era suave, cálida y... tierna.

-
¿Tú me amas? -preguntó
-¿Todavía lo dudas? ¿No te dice el tiempo que llevamos juntos que te amo como nunca lo había hecho antes?
-No es que yo dude de eso. Nada más quería escucharlo ahora que estamos totalmente solos por primera vez.
-Sí... Es la noche perfecta... -respondí

Volvimos a concentrarnos en la blancura de esa luna cómplice de nuestra escapada de aquella noche. El momento fue conquistado por el silencio y solo se podía escuchar el cantar de la lechuza que descansaba en un árbol cerca a nosotros. Recuerdos empezaron a fluir en mi cabeza: el día que conocí a este joven, cuando comenzamos a salir, el primer baile... el primer beso.

-Jo, ¿Tú me amas? -pregunté
-¿Acaso lo dudas?
-No... Sólo deseaba escucharte repetirlo una vez más
-Yo te amo -respondió
-¿Crees que algún día pueda terminar toda esta felicidad?-volví a preguntar
-¿Sábes? Creo que no es necesario preguntarlo ni saberlo. Lo único que te diré es que vivo cada día juntos con tanta fuerza, que esta felicidad muchas veces me convence de ser infinita.
-Te amo, Jo -le dije antes de abalanzarme sobre él y acariciarlo con un abrazo de oso pequeño
-Yo te amo mucho más, Andrea... Mucho más...

Me dio un beso en la mejilla derecha y nos echamos tranquilos, otra vez, a contemplar el cielo morado. No hicimos nada malo en nuestra primera noche solos en la que, según creían nuestros padres, nos encontrábamos en una fiesta. Fue una noche en que solo nos dedicamos a estar echados en una pampa verde limón que nos traía recuerdos. Fue una noche en que solo decidimos ver la luna juntos y decirnos, con más sinceridad que nunca, lo que sentíamos uno por el otro. Fue una noche perfecta.


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