sábado, 18 de julio de 2009

21 de Octubre del 2006

La planificación empezó a darse desde cuatro meses antes de la fiesta. Toda la familia se encontraba emocionada porque su pequeña, Rosabel (más conocida en el hogar como 'Andreita'), cumpliría 15 años y lo celebraría a lo grande. Empecé escogiendo el color del vestido: ¡Verde agua! ¡Siempre me gustó el verde agua! (hasta que años después descubrí mi obsesión por el morado). Quería que el vestido me haga ver como una princesa. Una princesa como toda quinceañera se quiere ver.
Pero mientras yo alucinaba y divagaba en mi imaginación pensando cómo me vería esa noche, mis padres estaban pasando un momento no del todo agradable. En realidad, la preparación para un quinceañero es un estrés tremendo para los papás... Ellos querían que todo salga perfecto, ¡pero sí que terminaron abatidos con todo!... Es la oportunidad para decir: Gracias, papás, por toda esa época de preparación para mi fiesta de quince... Nunca podría olvidar esos días... Fueron demasiado especiales.

De repente, los días a la fiesta se hicieron muy próximos y la preocupación empezó a efervecer: las pruebas del vestido, el peinado, los zapatos, la tiara, la comida, los ensayos en el local, lo que vestiría la familia, invitaciones, recuerdos, torta, música, canastilla para regalos y entre un montón de cosas que hicieron única la noche pero duraron, como debía de ser, solo una noche... un momento efímero... la cantidad de tiempo que suele quedarse lo material en nuestras vidas. Claro que aún estaba muy chiquilla para comprender eso en aquella noche, ya que estaba empeñada en que todo saliera como quería que fuese, mas tal idea se metió tanto en mi cabeza que me impidió ver lo que realmente importaba en la fiesta...

Recuerdo que en ese tiempo, año 2006, yo estaba con las ganas locas (sí que fueron locas porque al final no valieron la pena) de conocer a los 'amiguitos' de mis amigas. Y no solo conocerlos, sino lo mas importante: que ellos me conozcan a mí. Era una edad en que importaba mucho lo que diga las amigas de tu ropa y de tus fiestas, ser conocida, tener amigos hombres (porque yo estudié en un colegio de mujeres), en otras palabras: ser vista como popular y no la moncesita del grupo (obsesión estúpida de adolescentes). En fin... Estaba afanada con lograr aquello. Yo sabía que era tímida y vergonzosa, pero creía que podía conseguirlo. Al menos, mi quinceañero tenía que salir perfecto para impresionar a los invitados, porque si salía con algún mínimo error todos se irian de él (¡Qué idiota!... Como si uno no pudiera divertirce en una fiesta con 5 gatos que reciban de nombre amigos, porque los amigos nunca se irían...).

El punto es que la noche llegó y yo estaba particularmente: NERVIOSA. Estuve casi todo el día metida en la peluquería porque era hora de la manicure, pedicure, peinado, maquillaje, etc. Mi padre llevaba las bebidas y lo necesario hacia el local. Mi madre venía a verme de a ratos a la peluquería. "No importa... ¡El centro de atención soy yo! Que quede bonita, por favor, señorita peluquera..."

Terminó el trajín del 'sitio de belleza' y yo fui corriendo con la tiara puesta a mi casa. ¡Ya eran las siete y media u ocho! ¡Practicamente tarde! (La verdad es que no me acuerdo muy bien de la hora, pero aún puedo verme en mis recuerdos corriendo como una loca hacia mi casa con una tiara en la cabeza). Cuan pronto llegué a mi casa, me puse el vestido y los zapatos. Ojalá pudiera visiualizar tal momento en mi mente también... Lástima que con el pasar de los años muchos detalles se van opacando. Tras cambiarme, bajé a la sala y estuve con mi hermano, abuelo y sobrino esperando a la persona que me llevaría al local (mi vecino disfrazado de 'chofer', para decirlo de una forma sincera)... ¡Tenía que resultar una fiesta genial! Solo pensaba en eso...

Llegué al local. Había llegado el anhelado momento de entrar y que todos me vean. Pasé por el camino de velas y rosas, y me paré junto a mi madre. Inició la hora del vals con mi papá, padrino, hermano, tío, abuelo, chambelán, etc. ¡El vals parecía nunca acabar! Después del discurso de mis padres y mis palabras de agradecimiento, sabía que el 'tono' (la esperada fiesta) estaba por dar inicio... ¡Pero no! tenía que tomarme fotos sola y con la familia: foto con la mamá, con el papá, hermano, etc. ¡Ya! ¡Yo solo quería que las luces psicodélicas se prendan y comience el 'tono! Si no empezaba rápido, ¡podría que todos se fueran!... "¿Pueden apurarse con las fotos?" "PAPÁ: ¡¿PUEDEN PONER LAS LUCES YA?!" "MAMÁ, YA PUES... ¡LA GENTE YA QUIERE QUE COMIENCE!" (pensar que solo habían transcurrido cinco o diez minutos desde que había terminado la parte ceremonial). Pero mis padres no se molestaban... O tal vez un poquito... mas querían cumplir lo que yo quería... (chibola engreída).

Se dio el tono mas bien lo pedí. Parecía que todos la estaban pasando bien, los chicos bailaban y con toda la libertad que querían... ¡De esa fiesta se hablaría mucho!, mas no me imaginaba todo lo que estaba por pasar esa noche...

Sucede que llegó una personita que no era 'muy amiga' de mi mejor amiga... ¡¿Para qué engañar con otros términos?! ¡Se llevaban de lo peor! ¿Por qué? A raíz de un chiquillo buen mozo que traía locas a varias chicas... (ay, ay, ay... ¡Qué cosas!). La verdad es que no me gustaría entrar mucho en detalles acerca de esto porque cuando lo hago siento algo extraño en mi que se llama: total arrepentimiento. Lo resumiré en líneas cortas: la chica llegó a mi fiesta sin ser invitada y se corrían rumores de que algo malo pasaría con el chico o simplemente mi mejor amiga no quería verla ahí y no sé cómo diablos me convenció de no aceptarla en mi reunión ('botarla', en términos más explícitos). No sé si realmente era otra la causa o simple y llanamente fui... ¿Cómo se dice? Sí: una idiota para hacer tal brutalidad. Recuerdo que mis planes no era que la boten de esa forma... En realidad, en el fondo, ni yo quería que la boten, pero seguro mi espíritu adolescente de complacer a las amigas le ganó a mi voluntad (pequeña tonta). También recuerdo que al final, cuando ví que la habían botado de una horrible manera, yo quería que pasara... Pero lo hecho hecho estaba y sus amigos se fueron con ella. De verdad que no recuerdo exactamente cuál fue el motivo: si la chica iba a besarse con el chiquillo que le gustaba a mi mejor amiga, si el chiquillo y mi mejor amiga ya habían sido enamorados y la chica se metió o si solo todo era un simple plan de venganza que mi 'mejor amiga' quería cobrarse. No lo sé... No puedo tampoco decir nada de la 'mejor amiga' porque tuvo de tener sus razones para tener tanta cólera hacia la chica. De quien sí puedo decir algo es de mi: ¡Qué tremenda tarada al dejarme llevar por satisfaccer a las amigas cuando yo no era así!... Donde quiera que esté esa chica ojalá sepa que solo a las dos horas siguientes me sentí arrepentida. Errores garrafales.

Luego del suceso, entré a la fiesta y continué bailando: ¡Estaba divirtièndome!... Hasta que sucedió un hecho que marcó mi vida. Me encontraba bailando con quién sabe quién, cuando se escuchó el sonido de un vidrio quebrándose. Fue algo que no pude pasar por desapercibido por mas que estuviera pasándola bien. Recuerdo haber dejado al chico solo con el que bailaba e ir corriendo a ver qué había ocurrido, entonces veo a mi mamá sentada en el suelo cuyas lozetas estaban manchadas de un charco de sangre. La vi y no podía creerlo... ¡No quise creerlo! Tapé mis ojos y fui corriendo al cuarto donde guardaban los adornos y otras cosas del local. Un amigo me había seguido para no dejarme sola. Yo entré a la habitación y me arrojé en la cama para llorar como no imaginé hacerlo en esa noche. Nada importaba en ese momento... No importaba la perfección ni la gente decepcionada ni nada.. ¡Solo quería que me dejen llorar! Había visto a mi mamá encima de un charco de sangre y me asusté demasiado que no quise enfrentar la realidad de nada.... Estaba asustada porque no sabía que ocurría realmente... Tenía a mi amigo abrazándome y animándome con que no llore, pero ésta era una reacción sumamente obvia en ese momento. Llegaron más de mis amigos y amigas al cuarto para ver cómo estaba y me dijeron que mi mamá se había resbalado y cortado la pierna con una jarra de vidrio que yacía en el suelo. Cuando me dijeron eso me puse a llorar más fuerte y no quería escuchar a nadie. Uno de mis amigos me decía que iba a ver cómo estaba mi mamá y luego regresaba diciéndome que solo fue un pequeño corte y que la habían llevado al hospital. Yo miré a todos los que me rodeaban en ese cuarto y no me importó la verguenza ni nada en particular... Yo lloraba simplemente... Estaba confundida porque no sabía qué hacer... Lo que quedó de la noche la pasamos en ese cuarto, éramos seis personas si mal no recuerdo. Buenos y reales amigos, en serio. Por cierto... 'la mejor amiga' no estaba en ese lugar. Recuerdo que me hicieron sonreír y olvidar del momento tan horrible. Trajimos comida al cuarto y comenzaron a distraerme para que ya no siguiera llorando. Luego, terminó la fiesta.

Salimos del cuarto y ahí estaba mi mamá. Tenía una venda en la pierna y no era pequeña... Era grande. Yo no tenía palabras... Sentía una mescolanza de cosas en mi cabeza. No quería verla... no quería aceptar lo que le había pasado... ¡no quería aceptar que fui demasiado egoísta y no me di ningún tiempo mínimo para pasarla con mi familia ese día!... solo estaba preocupada de lo que diría la gente y de bailar... me sentía una desgraciada... Había botado a una chica que no tenía ningún conflicto conmigo y mi mamá se había hecho un corte de un tamaño GRANDE en su pierna... Qué momento tan amargo, tan confuso, tan maldito... Todo sucedió como si hubiese sido una maldición, como si habría sido mi castigo por ser tan materialista y pensar sólo en mi. Puedo decir que fue una de las peores madrugadas de mi vida (no puedo decir peor día de mi vida porque sino mi madre se sentiría mal y es lo que menos quiero).

Fuimos a la casa llevando las cosas y dejando en el camino a los amigos que vivían cerca. Mi mamá y yo entramos a la casa. Sabía que se vendría la peor parte: enfrentar el suceso. Mi mamá se recostó en su cama y yo, cuando pasaba por su habitación, veía su venda poniéndose más roja de la sangre y me daba escalofríos. Mi mamá me pedía que la ayude y le traiga paños o algo así (no quiero recordar muy bien), no obstante mi única reacción fue taparme los ojos y comenzar a llorar. "No llores, hijita... Tienes que afrontar las cosas... Tienes que ser fuerte", me dijo mamá, pero yo no podía hacerlo. Me daba demasiado miedo verla y aceptar que su pierna estaba sangrando y le habían colocado veinte malditos puntos. ¡Maldita sea! ¿Por qué le pasó eso? ¡¿Por qué?!... Preguntas que no dejaba de hacerme mientras iba a la cocina llorando a hacerle los favores que me pedía.

La madrugada transcurrió lenta para mi, lo digo porque me acuerdo muy bien de esta. Me eché a su lado dispuesta a dormir con ella. Tenía mucho miedo de que en la noche le pasara algo y no sepa qué hacer... Estaba aterrada. No sé a qué hora pude cerrar los ojos, pero recuerdo muy bien que fue, como dije anteriormente, una de las peores madrugadas de mi vida... la más nefasta. Es que antes yo aún no había presenciado que le ocurra algo así a un familiar tan cercano.

Ese fue el día de mi quinceañero: día que me hizo madurar en un triz. Le había dado la bienvenida al sábado veintiuno de octubre con una actitud engreída, caprichosa, materialista y egoísta. Me despedía del sábado veintiuno de octubre con lágrimas en los ojos y una actitutd de miedo, desesperación, angustia y arrepentimiento. Como dice la tradición: cuando cumples quince años, dejas de ser la niña que solías ser. Yo no sabía que esa misma noche sentiría el cambio. Tuve que enfrentar los hechos ya no como una niña sino como alguien mayor. El llanto no brilló por su ausencia y mucho menos mis gritos, pero tuve que afrontar esa pesadilla sí o sí.

Ese día jamás será borrado de mi mente, porque significó una enseñanza para mi. Sí, tal vez en ese momento no lo noté, pero en los siguientes días me dí cuenta cuál había sido mi error. Ojalá le hubiese prestado mayor atención a mi mamá ese día, incluso a mi papá. No sabes, estimado lector, cuánto deseo regresar a esa bendita noche para rectificarme. Por supuesto que no era consciente de lo egoísta que estaba siendo... Pero cuando vas creciendo te das cuenta de las cosas que fallaste o te faltaron... y muchas veces te dan ganas de retornar para poder corregir cada cosa que trajo consigo una consecuencia mala...

Sin embargo, pensándolo mejor: está bien no regresar. Las cosas que ocurrieron han quedado marcadas en el pasado y ahí deben quedarse. Lo que pasó fue por algo... Tal vez sin eso no habría aprendido algo realmente importante y este escrito no existiría. Es mejor dejarlo ahi: en el 2006. Claro, solamente me gustaría darle una golpiza a toda persona que esté actuando como yo y no se dé cuenta aún. O bueno, tal vez no una golpiza... mejor darle este escrito.

Con esto, inmortalizo aquel cumpleaños como un recuerdo que no pasará de ser simplemente un recuerdo. Un recuerdo enseñanza.



3 comentarios:

Belezeta dijo...

"...Y no solo conocerlos, sino lo mas importante: que ellos me conozcan a mí. Era una edad en que importaba mucho lo que diga las amigas de tu ropa y de tus fiestas, ser conocida, tener amigos hombres (porque yo estudié en un colegio de mujeres), en otras palabras: ser vista como popular y no la moncesita del grupo (obsesión estúpida de adolescentes)..."

Aquellos años. Ahora estás vieja y, gracias a esa noche, madura. De lo bueno, poco; como dice mi mamá siempre. Me pareció - como lector - que la forma que abordas tu problema es entretenida y acicatea poco a poco a contuuniar leyendo. El shock es instantaneo.

ISABEL E. dijo...

Leer todo este texto me ha hecho evocar momentos lindos y momentos tristes...¡Cómo me pesó me sucediera ello! Fíjate que tenía sentimiento de culpa por haberte "arruinado" la noche (claro que accidentalmente)...por ello volví a la "escena" para aparentar que no era tan grave el suceso. Ahora, al leer estas líneas, veo que las cosas suceden siempre por algo, y veo que sucedieron para que pudieras darte cuenta de tus errores, lo cual me conforta, pues en tu pesar por ellos veo signos de inicio de madurez, lo que a su vez, me hace sentir bien, pues sigo paso a paso tu evolución personal y sabes que te amo incondicionalmente, y que tenemos una relación madre-hija muy sui generis, muy intensa. Seguiré al tanto de tus pasos en el camino hacia tu madurez personal, para alentarte en ello. Yo.

Pablo dijo...

Estuve leyendo y no sabia q t habia afectado tanto lo q paso ese dia, hasta ahora lo recuerdas detalladamente. Pero t sirvio mucho, lo bueno de ver el pasado es para no cometer los mismos errores y para guiarte de una experiencia q te sirvio a madurar, algunas veces las cosas se aprenden d esa forma.

Ya cambiando de tema, escribes bien, se ve q vas a sobresalir x), vas a cumplir 18 no?? xD pense q ya era 19 jojo. Sigue escribiendo historias asi, son muy interesantes