viernes, 9 de abril de 2010

Carta de ella a su madre

El día que te fuiste amaneció nublado y la lluvia cayó de noche. Pero el día anterior estuvo más soleado que nunca. Parece que fue ayer cuando nos sentábamos juntas en el comedor a comer galletas y a conversar sobre nuestros días. Tú me hablabas de cómo en el trabajo te iba y yo, sobre los días de colegio. También parece que fue ayer cuando tú me dijiste: "Nunca te dejaré sola". No me explico, entonces, cómo me siento más sola que nunca ahora...

Yo no sé por qué cuando todo marcha bien, cosas malas pueden ocurrir inesperadamente. De repente, un desgraciado puede acabar con la alegría que tienes: acabar con la vida del ser más importante en tu vida. Te puedes encontrar tranquila en casa y recibir la llamada que marca el inicio de la peor pesadilla: Te dicen que esa persona tan importante para ti ha dejado de exisitr. Justo cuando te encontrabas esperándola del trabajo para ir de compras, como solían hacerlo todos los fines de mes. Se cae tu mundo abajo.

Apenas quince minutos antes habías hablado con ella por teléfono celular. Apenas hace menos de un día estaba ella a tu costado. Ahora ya no se encuentra ni cerca ni lejos, no está simplemente. Se la llevó Dios.

Si supieras cómo te extraño, cómo me hace tanta falta un abrazo tuyo antes de irme a dormir. Extraño que me grites, que me riñas, que sonrías, que me acaricies y que me digas esas cosas que sólo tú sabías que me hacían tanto bien. Porque tú me querías cómo realmente soy... Nadie me ha amado más que tú. Y has tenido que irte... No sé que será de mi.

Me cuidas desde el cielo, yo te siento desde aquí. Algún día habra un reencuentro... Y yo volveré a ser feliz.

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