viernes, 10 de septiembre de 2010

CAP XIII: ¿Celoso?

[Dibujos: Erii*]

"¿Y quién diablos es Martín?" podría ser la pregunta que mi lector se hace y la que, también, me hacía yo en ese momento. ¿Quién era Martín? ¿De dónde salió el tal Martín?¿No éramos Delia y yo tan buenos amigos para poder contarnos todo? De un momento a otro, Delia comenzó a contarme su pequeña historia de amor donde un desconocido Martín era el personaje principal.

-¿Y quién es Martín? -le pregunté, evidentemente confundido.
-¿No te platiqué sobre Martín? -preguntó Delia, agregando un especial tono a su pregunta, la cual hizo ver a ésta muy fingida.
-No... -le contesté.
-Debo haber estado muy distraída en estos días... -dijo ella, sonrojándose.
-¡Yo te he visto igual... ! -le dije, con una sonrisa no convincente.
-¿De verdad? Incluso yo me he notado un poco tonta...
-No. -la interrumpí- Pero bueno, ¿Quién es Martín?
-¡Ah, verdad! -dijo ella, como reaccionando después de soñar despierta-. Martín es el chico más lindo que he podido conocer.
-¿Pero quién es Martín? -le volví a preguntar
-Es un amigo, un amigo nada más... Pero un amigo muy especial -me contestó, con la mirada perdida.

No sé si era impaciencia, pero había algo extraño y molestoso que tenía dentro del pecho. Tampoco puedo decir "que estaba celoso", porque recuerdo que en ese momento aún no sabía lo que significaban "celos de verdad". Lo que si recuerdo es que esa "sensación de incomodidad" cada vez que me acordaba de cómo había defendido a Delia se había esfumado. Ya no me sentía fastidiado si en en ese momento escuchaba decir a alguien: "Ricardo, a ti te gusta Delia". Yo, en verdad, dejé de sentir ese fastidio que tanto me había estado atormentando. Ahora sentía molestia: mi orgullo no me dejaba tranquilo al enterarse que el chico por el que Delia "moría" no era yo.

-Bueno, creo que no me quieres contar más sobre tu querido Martín -le dije, intentando amenizar la conversación.
-¡Oh no! -dijo ella, despertando de su ensueño- Te contaré. Martín es un viejo amigo, a quien conocí en la parroquia a la que voy. Él toca la guitarra en las misas.
-¿Tú vas a una parroquia? -le pregunté. Me sentía tan poco informado sobre su vida.
-Claro -me contestó ella- ¡Soy parte del coro! Y Martín acompaña los cantos con la guitarra...
-¡Ah! -le contesté, un poco desinteresado. En un momento pensé que el "amorío" de mi amiga Delia se trataba de un chico bonachón y mucho más simpático que yo (mi orgullo me hizo pensar eso); pero no, mas bien Delia me dijo de dónde provenía, me imaginé a un muchacho con lentes, chiquito, un poco tonto... "el estereotipo de bobo". Mientras imaginaba eso, sonreía.
-¿Qué tienes? -me preguntó?
-¿Ah? -le dije, ahora yo despertando del ensueño- ¡Nada! ¡Sólo me alegro por ti!
-¡Gracias! ¡Por eso te conté que él me gusta! ¡Sabía que te sentirías contento por mi! -me dijo, abrazándome de nuevo
-¿Y por qué nunca me contaste de él? -le pregunté-. Se supone que nos tenemos confianza el uno al otro...
-Disculpa... -dijo, y se apartó de mi-. En serio, pensé que no me creerías...
-¿Qué creería qué cosa?
-¡Que yo le guste a alguien!
-¡¿Tú le gustas?! -pregunté, casi desconcertado.
-Lo sabía... -dijo ella-. ¡Apenas puedes creerlo... !
-No, no, no -contesté rápido- ¡No me malinterpretes, Delia! Lo que quería decir es... ¿Él sabe que te gusta y tú también le gustas?
-No sabe exactamente que le gusto, o sea, no se lo he dicho yo aún... -me respondió, sonrojada nuevamente.
-¿Entonces?
-Pero estoy segura que él lo infiere... He tratado de darle señales, dentro de mi timidez...
-¡Ah! -le respondí-. ¿Y cómo sabes que tú a él le gustas?
-No estoy del todo segura... -dijo Delia-. Pero cada vez que conversamos, siento que me mira de una manera especial... Siento mucho cariño en su mirada. A veces, cuando estamos hablando, me abraza y y acaricia mi mano...

No sé qué cosa fue, no sé de qué fenómeno se trató, pero... ¡ME SENTÍ CELOSO! ¿Cómo podía dejar Delia que alguien le acaricie la mano así nomás? Es decir, yo tenía la idea de que ella era muy tímida, recatada, muy tranquila... ¿Cómo iba a dejar ella que un chico que no es su enamorado le acariciara la mano? Me sentía engañado, parecía que Delia había estado actuando conmigo de una forma muy diferente a como era realmente.

-¿Y no te da vergüenza hacer eso? -le pregunté
-¿Qué cosa? ¿Conversar? -me preguntó ella.
-¡NO! -exclamé, un poco alterado-. Me refiero a que te acaricie la mano, te abrace...
-¡Ah! -suspiró ella- No, no me siento avergonzada cuando él hace eso, ¿Puedes creerlo?
-No, no puedo creerlo... -le contesté.
-¡Creo que es por el gran tiempo que nos conocemos!
-¿Hace cuánto lo conoces?
-Desde que tengo once años, es decir, desde que voy a la parroquia. -contestó ella, muy feliz.
-¡Bueno... ! Creo que ya tenías otros amigos más especiales que yo...

Y cuando dije eso, ¡No sabía ni a dónde mirar! ¡Qué ridículo para decirle tal cosa! ¡Parecía un tonto celoso! Ya ni sabía qué decía...

-¿Estás celoso? -preguntó Delia, metiendo la punta de la estaca en mi orgullo.
-¿Celoso? ¿Yo? -le pregunté, sonriendo-. ¡Para nada... !
-Parece que estás celoso porque acabas de decir que tengo amigos más especiales que tú -dijo, metiendo la estaca completa dentro de mi orgullo.
-¡No! ¡No estoy celoso, Delia! -le dije, claramente molesto. En ese instante, fui mucho más tonto.
-¿Y por qué te molestas? -preguntó ella.
-¡Porque tú insistes en decir que estoy celoso! -le contesté- ¡No sé por qué tendría que estar celoso! Es decir, tú tienes tus amigos... tienes tus novios, tus compinches, no sé... ¡Es tu vida! -le dije, queriendo acabar con el tema.
-¿Tengo mis novios? ¡Yo no tengo novio! -me respondió- ¡Nadie quisiera decir "Mi novia tiene brackets"! ¿No lo crees?
-¡Bueno! -le contesté, tratando de tranquilizar el momento-. El punto es que no me interesa, Delia; es decir, sí me interesa lo que te suceda, pero... ¡No me molesta quién te guste o no! ¿Está claro? De repente, uno de estos días ese tipo será tu novio... ¡Y yo estaré feliz por ti! ¿Por qué podría estar yo celoso?
-¡No lo sé! -contestó, algo asustada- De repente, crees que no eres un amigo tan especial para mi, o, tal vez estés celoso porque aún no encuentras a nadie como Andrea...

Y eso último me colmó la paciencia:

-¡¿Celoso por eso?! ?¿Cómo se te ocurre, Delia?! -exclamé, tapándome las orejas-. ¡Es lo más tonto que he podido escuchar de ti! En primer lugar, yo sé que soy tu amigo y nadie me quitará ese lugar, ¿Verdad?
-Exacto -contestó
-... En segundo lugar -proseguí-, yo no estoy buscando alguien como Andrea nuevamente... O sea, si encuentro a alguien que me guste, quiero que éste alguien se parezca a todo menos a Andrea Villavicencio, ¿Está bien?
-Ya -respondió
-... Y en tercer lugar
-¿Hay un tercer lugar? -preguntó ella. Y, en verdad, ni yo sabía que existía un "En tercer lugar".
-En tercer lugar... -dije, con la mente en blanco.
-¿En tercer lugar qué? -preguntó de nuevo Delia.
-¡A mi también me gusta una chica y no te he hablado de ella! Se llama Lucía y la conocí hace poco... -solté mis falsas palabras-. Espero que también te alegres por mi.

Delia parpadeó varias veces, mordió su labio más de una vez y se quedó callada por cuatro segundos, si es que no fueron más.

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