domingo, 10 de mayo de 2009

El gran viaje


El ómnibus comienza su viaje un martes por la tarde,
es verano pero el cielo rebelde está vistiendo de gris.
Mi asiento da a la ventana y todo el paisaje he de contemplar.
Empiezan las veinticuatro horas rumbo a la sierra de mi país.

Puedo distinguir el olor insoportable de la contaminación
"aún me encuentro en la capital", digo yo.
Por la ventana observo arenales que parecen nunca acabar.
enorme infinidad que te atrapa con mirar

Voy cerrando los ojos pero despierto de a pocos,
es difícil descansar si ansías verlo todo.
Finalmente recuesto mi cabeza y me quedo dormida,
aunque el miedo me aceche con si despertaré viva

Abro los ojos y hemos llegado al norte del Perú,
el cielo decidió sonreír con un sol entre nubes,
la alegría, el calor y el furor se sienten aun sin bajar del bus.
Quisiera detenerme pero mi destino está lejos aún

Primera parada para la comida del medio día,
algo pequeño porque no hay mucho apetito,
sólo siento las ganas continuar con nuestra ida:
Llegar a la meta de este viaje infinito

Los nervios atormentan todo mi cuerpo,
estamos transitando por el precipicio de un cerro.
La neblina dificulta el horrible camino
¿como sería si cayéramos?, imagino

De repente, el sol ha vuelto a aparecer,
entre los pasajeros la tranquilidad se puede oler.
¿Y por qué asustarse con un cerrito así... ?
Hay cosas más temibles en un viaje por mi país

Grandes rayos de sol los que caen sobre el bus,
cantos de personas alegres y un ambiente tropical:
Hemos llegado a la selva peruana y ya quiero bajar,
mas me avisan que este todavía no es el lugar

El atardecer nos saluda con un poco de lluvia,
el verdor llena toda la vista que se pueda apreciar,
ahora es un río el que vamos a bordear
tan cerca de perder el equilibrio... no pienso mirar ni un poquito...

¿Qué más me depara este sitio? ¿Mucho miedo y mas frío?
todos empiezan a desempacar, el ómnibus se ha detenido.
Está claro: es el final de un viaje arduo y de peligro.
Entonces es que me dicen: aún falta descender otro cerrito....

Me encuentro en un taxi para media hora más de viaje,
todo está oscuro y el conductor se guia de las luces de adelante.
Las plantas se mueven escandalosamente por la fuerza del viento,
cada vez menos altura y poco a poco se termina el gran cerro.

Nos recibe la familia dándonos la bienvenida,
los costeños han llegado a su punto de llegada.
El viento sopla en mi cara y me repite: "bienvenida".
¡Estoy en casa! ¡En Perú! Mi patria querida.