lunes, 11 de julio de 2011

CAP XXIII: ¿Tienes una enamorada?

Tal como había estado ocurriendo hasta el momento, Delia y sus papás siguieron hablando del famoso rockero de los 80's. Me pasaban la salsa de tomate y algo tenían que mencionar sobre el bendito Martín. Me alcanzaban la jarra con limonada y no sabía cómo el susodicho volvía a aparecer como tema de conversación. Mi mente perversa podía imaginar que Delia, su mamá y su papá se habían puesto de acuerdo para molestarme con el tema, pero obviamente yo no era tonto para pensar eso. Esas suposiciones se los dejaba a mi amigo "El Loco", que le gustaba ver cosas donde no existían.

-¿Sabes? Aún no me has dicho qué estudia Martin... -preguntó la mamá de Delia a su hija, por fin haciendo una pregunta con una posible respuesta interesante
-Es cierto, eso es muy importante -agregó el papá de Delia-. ¿Qué estudia, hija?
-Sí, ¿Qué estudia? -pregunté yo, luego callándome por entrometido
-Él está estudiando Arte... -dijo Delia, con una voz tranquila y suave- Pinta hermoso... ¡Es tan creativo!

"
Arte... " pensé para mis adentros. ¡Qué tonta! Era obvio que con esa respuesta sus padres iban a pensar todo lo contrario sobre lo el chico. Cogí un pedazo de comida con el tenedor y agudicé mis oídos para escuchar mejor lo que se venía.

-Arte... -exclamó su papá- No es una carrera segura pero... ¡Qué brillante! ¡Quiero conocerlo para poder conversar sobre él y sus gustos en la pintura!
-Ahora tu papá ya tiene con quién hablar sobre Degas y otros locos... -agregó la mamá de Delia

Naturalmente tuve que tragarme el pedazo de comida que estaba en mi boca y las palabras que dije también. "
Esta familia es realmente extraña...", pensé. Cuando lo único que quería era salir de esa casa y la comida trataba de acabarla rápido, la mamá de Delia dijo algo que milgrosamente incluía mi nombre.

-Ricardito... Nos disculparás que estemos hablando como locos del amiguito de Delia -sonrió-. ¡Pero es que estamos muy emocionados igual que ella!
-Lo comprendo -dije, sonriéndole a ambos padres
-Su papá y yo vivimos todas sus emociones -dijo su madre, mirando a Delia con dulzura y causando que en serio los entendiera-. Yo quisiera saber más de ti -continuó-. ¿Tú qué carrera quieres seguir?
-Mmm... -murmuré, como una muletilla antes de hablar-. Hasta ahora, quisiera estudiar Literatura...

"
¡¡¡QUÉ TONTO!!!" me llamé a mi mismo para mis adentros. Esa carrera era "tan prestigiosa" para la gente como lo era Arte. Otra vez sentí el sabor amargo de tragarme las palabras que había estado por decir antes.

-¿Te gusta escribir? -me preguntó la mamá de Delia
-Sí, a veces escribo poesías, pero más me gusta escribir cuentos... -respondí, admitiendo para mi mismo que me gustaba sobre mi
-¿Cuentos de qué escribes?-preguntó el papá de Delia, acordándose de mi después un buen rato
-Cuentos de terror, a veces.

En realidad esa respuesta era para dar interés a la conversación, pues Delia sabía que todos mis cuentos tenían un final cursi y más parecía que una mujer los escribía.

-¡Yo diría que sus cuentos son de amor! -tuvo que agregar Delia
-¡Oh... ! -suspiró con ternura su mamá-
¿Es que estás enamorado?

Indiscutiblemente esa pregunta me puso nervioso e hizo que suelte una sonrisa ligera. Como si nada de lo que había estado pensando antes de ir a casa de Delia hubiese pasado alguna vez por mi mente, como si ningun propósito me hubiese arrastrado hasta su casa y como si ningún sentimiento me provocara el mirar el rostro de Delia tan enamorado de otra persona que no era yo, respondí la respuesta tal vez más ingeniosa o idiota que se me pudo ocurrir.

-En realidad
mi enamorada no tiene nada que ver con los cuentos que escribo -contesté, dejando una risa estable en mi rostro.

El silencio de tres segundos en la mesa se hizo notorio y yo sólo atiné a tragarme el último pedazo de comida que quedaba en mi plato. Delia me miró extrañada, sin entender lo que yo acababa de decir. La mamá de Delia miró a Delia y el papá de Delia a esta. Fue un entrecruce miradas y lo evidente fue que todos se creyeron la gran mentira, aunque tal vez Delia no.

-¿Tienes una enamorada? -me preguntó Delia, ahora sin mostrar ninguna sonrisa en su cara
-Sí -respondí-. Eso quería contarte ahora...
-¡Oh! -exclamó la mamá de Delia- ¡Qué bueno por ti, hijo! Sólo concéntrate en estudiar mucho...
-Sí, no tienes que descuidar tus estudios -dijo el papá de Delia
-¡Gracias! Lo tengo en cuenta siempre -respondí con una cara feliz-. Felizmente mi enamorada no me quita mucho tiempo...
-¿Por qué no me contaste nada antes? ¿Cuándo pasó? ¿De qué me perdí? -preguntaba Delia, sin avergonzarse de ser tan preguntona
-Es que has estado algo ocupada estos días... -le dije- Buscaba cómo contártelo pero siempre has estado ocupada...
-Discúlpame... -dijo en voz baja Delia- He sido egoísta...

Los platos de la mesa se retiraron y los padres de Delia también. La mamá de Delia sólo aparecía por el comedor para recoger algunas cosas que habían quedado en la mesa. El papá de Delia me estrechó la mano y dijo que deseaba verme pronto otra vez. En la sala sólo quedábamos Delia y yo, sentados en su largo sillón con tapetes coloridos. Otro era ya el tema de conversación, tal como las calificaciones del colegio e incluso nuestros planes para las vacaciones de medio año. Cuando habíamos hablado ya sobre todo tema, el asunto sobre mi enamorada ficticia reapareció.

-¿Podré saber cómo ocurrió lo de tu enamorada y tú? No creo haber desaparecido mucho...-dijo Delia
-Te lo contaré pronto -dije, mirando mi reloj- ¡Ya es hora de irme!
-¿Qué? ¿Tan pronto? Pero no me has contado nada... -exclamó ella
-Sí, lo sé -le respondí, haciendo un gesto desinteresado- ¡Pero es que debo ir a verla justo ahora!
-¿Verla? -preguntó ingenua Delia- ¿A tu enamorada?
-Así es -dije, parándome del sillón y mirando hacia la puerta, como señal de tener que irme rápido.

Delia me abrió la puerta y, aunque yo sabía que estaba siendo cruel con ella, sabía también que estaba siendo justo conmigo después de lo incómodo que la había pasando escuchando un sin fin de historias acerca del popular Martín. Sí, sabía que me había metido en una encrucijada de mentiras pero también sabía que sacaría algo interesante de eso. Me arriesgu
é.

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