domingo, 6 de marzo de 2011

CAP XXI: ¿Has estado espiándonos?


Suena el teléfono de "El Loco" y es él quien contesta.

-¿Aló? -dijo la voz afónica de "El Loco"
-Soy yo -dije- Llamo para disculparme, me comporté mal contigo -solía ser de pocas palabras cuando pedía perdón-. ¿Caso olvidado?
-Huevón, a mi lo que me amargó es que seas tan poco hombre y no aceptes que la feita te gusta
-¡¿Qué?! ¿La qué? ¿Feita? -me exalté- ¡Delia no es ninguna feita!
-¿Ves que te gusta? -dijo, riéndose con su propio chiste
-Pero qué gracioso eres... -dije con sarcasmo
-Ja, ja, ja... ¡Oye! ¿Y? ¿Cuándo le vas a decir?
-¿Qué me gusta? -temblaron mis labios
-¡Sí pues! Ve a su casa, llámala... ¡No tengo idea de lo que hagas pero hazlo! -dijo "El Loco"
-Ahora se encuentra con un tipo, Loco -le dije-. Seguro ahora están paseando en la feria, comiendo manzanas dulces y regalándose abracitos...
-¡¿Qué?! ¡¡¡Haz algo ya!!! -la desesperación de "El Loco" se hacía notar
-¿Qué quieres que haga? ¡¿Que agarre mi bicicleta y vaya a la feria a buscarlos?!

No sé cómo fue pero, en menos de cinco minutos, colgué el teléfono y ya me encontraba montando mi bicicleta para ir a recorrer ligeramente la feria. Salí sin avisar a mamá y pedaleé lo más rápido en busca de la chica con brackets de colores. La feria era tan grande... ¡Qué locura pasear dentro de ella en una bicicleta! Lo único bueno es que no habían muchas personas pues era día de semana. Tenía los ojos bien abiertos para poder reconocer desde cualquier distancia a una pequeña avecilla de uniforme verde junto a un águila rockera vestida de negro. "¿Dónde podrán estar esos dos?" me preguntaba.

Topé con varias parejas tomadas de la mano, una niña con un enorme oso de felpa en los brazos y un niño distraído con su algodón de azúcar a quien casi derribo con mi bicicleta. Vi a todo tipo de personas pero no encontré ni a Delia ni a su rockero de los 80's. Cuando ya me había dado por vencido y me encontraba fuera de la feria, me pareció ver a Delia y a su rockero. No me equivoqué. Delia y Martín estaban caminando por una vereda, juntos, mas no agarrados de la mano como mi mente lo había estado imaginando. Presentí que se dirigirían a la casa de Delia o tal vez cerca de esta, así que los seguí lo más lento que pude. Tuve que pedalear lento y dar varias vueltas, sino se darían cuenta de mi presencia. Cuando no pude aguantar la lentitud del paso en el que iban, corté camino y les di un adelanto. Me escondí detrás de un árbol, en espera de que ambos llegaran a la casa de Delia. Obviamente me arriesgaba a quedarme esperando por gran tiempo, mas no importaba. Yo sólo quería hablar con Delia. Aunque, bueno, también me perseguía la curiosidad por saber qué pasaría con ellos dos. ¿Se darían un abrazo? ¿Sonreirían mientras los ojos de Delia brillaran como dos luciérnagas? ¿Se darían un beso? Un beso... esa palabra me atormentaba.

De repente, ambas figuras aparecieron. Delia se paró en la puerta de su casa y el rockero se sentó en una de las barandas. No se podía escuchar nada desde el lugar que yo estaba. Me arrepentí de haberme escondido tras del árbol... ¿No pude encontrar un lugar mejor? En fin, sólo tuve que conformarme y quedarme quieto para que no se percataran de que yo los espiaba.

No pasaba nada importante y el silencio parecía habitar entre ambos tórtolos. Sin embargo, "Martín el rockero de los 80's" sacó una rosa para Delia de su bolsillo. "El peor momento ha llegado" pensé. Me junté más al árbol y agudicé los sentidos. Tal vez lo peor estaba por ocurrir. Un abrazo de ambos muy cerca ya podía ser lo peor.

Mas todo ocurrió rápido. El rockero se aproximó a Delia, le besó la mejilla y luego se fue. "¿Tan rápido? ¿No habrá pasado alguna otra cosa en la feria?" me preguntaba. Esperé que el rockero se fuera en su bicicleta y luego subí en la mía. "Tengo que decirle la verdad a Delia" pensé.

-¡Hola! -le dije, sorprendiéndola con un saludo improvisado. Me detuve con mi bicicleta frente a ella y me puse a verla directo a la cara.
-¡Hola! -dijo asustada- ¿Qué haces aquí? ¿Estás aquí hace mucho tiempo?
-Ah... -me puse a fabricar lo que diría- Mmm... -prolongué el tiempo- Estaba frente a tu casa hace un buen rato... ¡pero como te vi con tu amigo no te quise molestar!
-¿Has estado espiándonos? -preguntó ella , poniéndome nervioso
-¿Qué? ¡Jajajaja! -reí exageradamente- ¿Qué hablas? ¡No! Creo que la felicidad de haber estado con tu amigo el rockero te ha afectado un poco, jajaja... -seguí disimulando. Ya sabía que era muy malo disimulando.
-¡Creo que sí! -dijo emocionada- ¡Estoy tan feliz! ¡Tengo que contarte muchas cosas! ¿Quieres pasar a mi casa?
-¿A tu casa? -repetí

Delia y yo teníamos una relación de mejores amigos, pero nunca había puesto ningún pie mío en su casa. En aquellos tiempos no había mucha confianza para invitar a un chico a la casa de una chica así como así. Mas, en ese momento, parecía que la confianza entre Delia y yo estaba dando un nuevo paso.

-Sí, claro -respondí-. ¿Tus papás están? -no entendí por qué pregunté eso... Seguro habría pensado que tenía algo de 'enfermo' en mi cabeza.
-¡Sí, sí están! -respondió emocionada- Ven, pasa, adelante -dijo ella, abriendo la puerta de su casa y estirando el brazo izquierdo hacia adentro como un gesto de bienvenida.

Puse mi pie derecho en el felpudo de su casa que decía con letras doradas "WELCOME", luego di un vistazo hacia adelante y lo primero que vi fueron sillones adornados con tapetes de colores. "¿Todo tiene que ser aquí de colores?" pensé. En fin, di dos pasos más y ya me encontraba dentro de la casa de Delia. Tenía en exceso de color, sí; pero era una casa bonita.

-Siéntate, voy a dejar mi bolso en otro lado -dijo Delia, para luego subir unas grandes escaleras que se dirigían tal vez hacia un piso con puertas de colores también.

Me senté y esperé. Esperé y esperé. En ese momento sólo quedaba fabricar qué sería lo que le diría a Delia. Vueltas y vueltas daba mi cabeza.

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