sábado, 17 de diciembre de 2011

Hola, camarones con cola:


Me mude a otro blog!!!
Se llama: http://otra-vezyo.blogspot.com/

Así que a los followers que quedaron vivos por ahí, de repente les interese visitar este nuevo espacio :)


Nos leemos!


martes, 12 de julio de 2011

Cap XXIV: Tengo una fiesta

-¿¿¿Le mentiste??? ¡Ja, ja, ja, ja, ja! -se burlaba "el Loco" al otro lado del auricular
-Sí pues... -respondí con voz grave-. Pero fue para salir de la situación incómoda...
-¡Qué tal solución! -dijo "el Loco" con tono sarcástico- Mentir que tienes una enamorada para sentirte más cómodo... ¡Te has metido en un enredo, amigo! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!

La risa del "Loco" siempre era jocosa, pero esa vez no. En el día anterior me sentía tranquilo con la mentira que le hice a Delia sobre "mi supuesta enamorada", incluso me sentía orgulloso de crear tal falsedad y sembrar la curiosidad en Delia y su familia. Sin embargo, después de hablar con "el Loco", empecé a dudar si mi
pequeña mentira podía quedarse donde estaba.

-¿Tú y Delia no son mejores amigos? -preguntó "el Loco"
-Sí...
-¿¿Y no crees que hoy o mañana va a querer conocer a tu
enamoradita?! ¿Qué harás ahí? ¿Ya inventaste un nombre? ¿Ya inventaste una historia?

"el Loco" comenzaba a tener razón una vez más.
¿¿¿En qué lío me había metido??? Esa era una de las situaciones donde hablaba sin pensar antes de hacerlo. ¿De dónde iba a sacar una chica que fingiese ser mi enamorada? Me sentía más inmaduro de lo que era al imaginarme con una chica que jugara a ser mi enamorada sólo por salvarme de la mentira en la que me había envuelto.

- ¡Mañana le digo a Delia que terminé con mi enamorada!
-¡Qué te queda...! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! -reía "el Loco", divirtiéndose de todo lo que ocasionaba haberme fijado en Delia.

Luego de hablar minutos y minutos por teléfono, me puse a ordenar mi cuarto. Era extraño que lo ordenara por iniciativa propia: mi mamá siempre estaba detrás mío para que lo hiciera. Sin embargo, ese día tenía mucho que pensar y planeaba hacerlo mientras acomodaba una camisa por ahí y otra camisa por allá. Mientras agarraba la escoba y barría sin darme cuenta cómo lo hacía, me ponía a imaginar cómo habría tomado Delia la noticia de "
que yo tenía una enamorada". Tan solo imaginar a Delia celosa me daba satisfacción... ¿Estaba siendo malo? (...) No. Yo también estuve celoso por su culpa.

Toda la mañana me la pasé pensando en el asunto. En el almuerzo, mientras comía con mamá, trataba de que el tema se oriente a los celos y cosas por el estilo. Quería saber cómo eran los celos en las chicas... Quería que mi mamá me diga su opinión y así imaginarme a una Delia mucho más celosa de lo posible. Aunque la situación era divertida, comencé a preguntarme por otra cosa:
¿Qué estaría haciendo Delia en esos momentos? ¿Qué estarpíaa haciendo Delia un sábado a las cuatro de la tarde?

Con un impulso loco, cogí el teléfono y marqué el número de su casa. Sonaba la primera y segunda timbrada y nadie contestaba. A la tercera timbrada, la voz suavecita de Delia se dejó escuchar al otro lado del auricular.

-¡Ricardo! -dijo su voz alegre- ¿Cómo estás?
-¡Bien! -le contesté también alegre- Quería saber si tenías algo que hacer hoy día, ¿No quieres acompañarme a comprar unos audífonos y tomar unos helados luego?
-Suena bien -respondió
-¡Perfecto! ¿A qué hora paso por ti? -le pregunté, sin yo mismo reconocer cuanta confianza había en mis palabras
-... el problema es que no sé si sea buena idea del todo -agregó Delia
-
¿Qué? -pregunté, acabando con el aire de confianza que me enredaba- ¿Por qué sería mala idea? Vamos a regresar temprano, yo te dejo en tu casa, no te preocupes... Incluso...
-No, no, no -me interrumpió- ¡No es eso!
Es que me preocupa tu enamorada...

Delia tuvo que decir eso para que todo mi estómago diese un salto triple. En ese momento entendí lo que "El Loco" había tratado de decirme.
¿¿¿Qué iba a hacer ahora??? ¡Yo solo había puesto la piedra en mi propio camino! Cuando no se me ocurrió nada que responderle, lo único que vino a mi mente fue agrandar la mentira.

-Ah... ¡Pero ella no me va a decir nada! -le dije
-No creo que sea buena idea -respondió Delia-. Puede amargarse... ¿Por qué mejor hoy no sales con ella?
-¿Con ella? -titubeé y me puse nervioso-
Es que tiene que estudiar...
-Bueno, yo creo que........ ¡¡¡Ya voy mamá!!! -interrumpió con un grito en el auricular- Ricardo, mi mamá me necesita... Hablamos más tarde, ¿sí? Gracias por la invitación, pero creo que será mejor dejarlo para otro día... ¡Adiós, cúidate!

La brevedad en que cortó la llamada y lo fugaz que su voz se esparció en el tiempo me dejó sin decir nada. Colgué el teléfono y me tiré a mi cama, mirando al techo. "
Si no le hubiese mentido a Delia, hoy podríamos haber salido juntos..." pensaba. Si en uno de esos días el bendito rockero de los 80's se le declaraba a Delia, sabía que el único culpable sería yo. Destapé mi cama tendida hace unos minutos antes y me metí dentro de ella. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño.

***

-Despierta, hijo, despierta -decía una voz a lo lejano, cuya dulzura se mezclaba con otras voces que me parecía escuchar en mi sueño
-¿Mamá? -dije, abriendo los ojos y reconociendo su rostro- ¿Qué hora es? -pregunté, rascándome los ojos y tratando de levantarme.
-Son las seis de la tarde... ¡has dormido como dos horas! ¿Estás bien, hijo?
-Sí -respondí, sentándome- ¿Qué pasó...? ¿Por qué me despertaste?
-Julio acaba de venir y dice que quiere verte -dijo mamá, mientras acariciaba mi cabello- ¿Le digo que suba a tu cuarto o que te espere en la sala?
-¿Julio? ¿"El loco"? -pregunté, aún con evidente sueño
-Sí... ¿Quién más? -dijo mamá entre risas- Mejor le digo que te espere... ¡Aún estás con sueño! Lávate la cara y baja pronto.

Me levanté y sólo se me ocurrió ponerme una polera encima. Me miré al espejo, lavé mis dientes y bajé a paso lento. ¿Qué podía querer "El Loco" en ese momento? Si planeaba reirse de mi y mi mentira, no le daría el placer de hacerlo por mucho tiempo.

-Loco, ¿Qué tal? -lo saludé, bajando el último peldaño de la escalera- ¿No que ibas a salir hoy?
-¡Sí, hombre! Pero ya me enteré... -dijo él
-¿Qué cosa? ¿Qué te enteraste? -respondí, abriendo mis ojos y tratando de alejar el sueño de mi cara
-¡Que ibas a invitar a salir a Delia!
-Wow... -dije, blanqueando los ojos- ¡Cómo vuelan de rápido los chismes... ! Era sólo una salida de amigos, como varias que hemos tenido... -sacudí la cabeza y pensé otra vez en lo que me dijo- ¡¿Cómo te enteraste tú?!
-Estaba en el parque y apareció Delia caminando por la vereda de mi casa... ¡Ni siquiera sabía que vivía cerca a mi casa! Esa chica es extraña...
-Ah, sí. Vive cerca -respondí-, pero... ¿Ella te dijo que yo la invité a salir?
-Bueno, en realidad yo le pregunté cómo estaba y me dijo que iba a salir con un amigo...
-... sí, con su amigo el rockero de los 80's -agregué
-Seguro -respondió rápido "El Loco"-. La cuestión es que después de eso me hizo la pregunta de fuego... ¿Sabes cuál es? ¡Sí! ¡Esa pregunta! ¡
Me preguntó si tú, Ricardo, en serio tienes enamorada!
-¿En serio te preguntó eso? -dije, emocionado por imaginarme a Delia celosa
-Sí, pero no te emociones -interrumpió "el Loco" de nuevo-. Ella sólo quería saber eso porque le pareció extraño que la invites a salir... me dijo que venga a verte porque seguro no tenías nada más qué hacer.
-¿¿¿Eso te dijo ellla??? ¡¿Qué tiene de extraño que salgamos juntos?! ¡Ya hemos salido a otros lados... ! -respondí confundido
-Sí, hombre -asintió "el Loco"-, pero a ella le confunde que tú no quieras salir con tu enamorada un sábado por la tarde... Así son las mujeres pues, se detienen a pensar en todo... ¡Por eso yo te dije que tu gran mentira no era buena idea!

Mientras "El Loco" hablaba, como un inventor loco me puse a pensar varias cosas en mi cabeza. El orgullo empezó a comerse mi mente y me arrepentí de haber hecho una mentira tan tonta sólo por conseguir los celos de una chica.
Una chica... ¿Qué de importante puede tener una sola chica si hay varias como ellas en este mundo? Me sentí tonto pero a la vez el gran dueño de la razón. Quería despojarme de ese gusto loco por una chica con brackets de color del arco iris y convencerme que habían chicas mucho más bonitas que ella con las que valía la pena salir.

-Tengo una fiesta más tarde -dijo "El Loco"- ¿Vamos?
-Tú y tus fiestas... ¿De dónde sacas tanta fiesta?
-¡Eso no importa! Habla... ¿Vamos o no?
-Oye ¿Y si Delia al final se anima a salir conmigo?
-AMIGO -me dijo "El Loco", colocando su brazo sobre mi hombro-.
Déjala ir... ¡Vamos a conocer más chicas allá! Tú decides... O te quedas sentado aquí esperando a que tu amiga te llame o vamos a divertirnos en una fiesta de colegio pituco...
-¿En serio es una fiesta así?
-Te lo aseguro. ¡Hasta a mi me emociona! -dijo "El Loco", conteniendo su risa nerviosa
-Bueno, vamos.

Dos chicos alistándose para ir a una fiesta es algo más rápido que dos chicas alistándose para ir a una. "El loco" fue a cambiarse a su casa y quedamos en encontrarnos a las ocho de la noche en la esquina de mi casa. Tomamos un carro hacia Miraflores y rezábamos por llegar con vida a la fiesta. Bajamos en la esquina de un parque, un parque pequeño pero lleno de luces y gente caminando como loca. Por cosas de la vida, toda la gente caminaba en parejas.

-Apúrate, está a dos cuadras -dijo "El loco", apresurándome a seguirlo

Sabía que era un tonto por pensar en que Delia podría haberse animado a salir conmigo y seguro hubiese estado llamando a mi casa toda la tarde. En esos tiempos no teníamos ni un celular con el que transportarnos a todo lado, así que era imposible imaginarse qué estaría haciendo Delia en ese momento. Aunque estaba a punto de ir a una fiesta después de varios meses e incluso era una fiesta de chicas con dinero (o sea mucho trago y buena música), no dejaba de pensar en qué habría pasado con Delia esa tarde.

-Ya, es aquí -dijo "El loco", tocando el timbre de una puerta grande y bien tallada.

La puerta se abrió y lo primero que vimos fue humo. La música era estridente y a lo lejos se veía siluetas femeninas moviéndose al ritmo de un buen rock. Con la inseguridad de lo que iría a pasar esa noche, entramos decididos a divertirnos. Sin embargo, uno de nosotros tenía aún dibujada en su mente a una chica de brackets y lentes.

lunes, 11 de julio de 2011

CAP XXIII: ¿Tienes una enamorada?

Tal como había estado ocurriendo hasta el momento, Delia y sus papás siguieron hablando del famoso rockero de los 80's. Me pasaban la salsa de tomate y algo tenían que mencionar sobre el bendito Martín. Me alcanzaban la jarra con limonada y no sabía cómo el susodicho volvía a aparecer como tema de conversación. Mi mente perversa podía imaginar que Delia, su mamá y su papá se habían puesto de acuerdo para molestarme con el tema, pero obviamente yo no era tonto para pensar eso. Esas suposiciones se los dejaba a mi amigo "El Loco", que le gustaba ver cosas donde no existían.

-¿Sabes? Aún no me has dicho qué estudia Martin... -preguntó la mamá de Delia a su hija, por fin haciendo una pregunta con una posible respuesta interesante
-Es cierto, eso es muy importante -agregó el papá de Delia-. ¿Qué estudia, hija?
-Sí, ¿Qué estudia? -pregunté yo, luego callándome por entrometido
-Él está estudiando Arte... -dijo Delia, con una voz tranquila y suave- Pinta hermoso... ¡Es tan creativo!

"
Arte... " pensé para mis adentros. ¡Qué tonta! Era obvio que con esa respuesta sus padres iban a pensar todo lo contrario sobre lo el chico. Cogí un pedazo de comida con el tenedor y agudicé mis oídos para escuchar mejor lo que se venía.

-Arte... -exclamó su papá- No es una carrera segura pero... ¡Qué brillante! ¡Quiero conocerlo para poder conversar sobre él y sus gustos en la pintura!
-Ahora tu papá ya tiene con quién hablar sobre Degas y otros locos... -agregó la mamá de Delia

Naturalmente tuve que tragarme el pedazo de comida que estaba en mi boca y las palabras que dije también. "
Esta familia es realmente extraña...", pensé. Cuando lo único que quería era salir de esa casa y la comida trataba de acabarla rápido, la mamá de Delia dijo algo que milgrosamente incluía mi nombre.

-Ricardito... Nos disculparás que estemos hablando como locos del amiguito de Delia -sonrió-. ¡Pero es que estamos muy emocionados igual que ella!
-Lo comprendo -dije, sonriéndole a ambos padres
-Su papá y yo vivimos todas sus emociones -dijo su madre, mirando a Delia con dulzura y causando que en serio los entendiera-. Yo quisiera saber más de ti -continuó-. ¿Tú qué carrera quieres seguir?
-Mmm... -murmuré, como una muletilla antes de hablar-. Hasta ahora, quisiera estudiar Literatura...

"
¡¡¡QUÉ TONTO!!!" me llamé a mi mismo para mis adentros. Esa carrera era "tan prestigiosa" para la gente como lo era Arte. Otra vez sentí el sabor amargo de tragarme las palabras que había estado por decir antes.

-¿Te gusta escribir? -me preguntó la mamá de Delia
-Sí, a veces escribo poesías, pero más me gusta escribir cuentos... -respondí, admitiendo para mi mismo que me gustaba sobre mi
-¿Cuentos de qué escribes?-preguntó el papá de Delia, acordándose de mi después un buen rato
-Cuentos de terror, a veces.

En realidad esa respuesta era para dar interés a la conversación, pues Delia sabía que todos mis cuentos tenían un final cursi y más parecía que una mujer los escribía.

-¡Yo diría que sus cuentos son de amor! -tuvo que agregar Delia
-¡Oh... ! -suspiró con ternura su mamá-
¿Es que estás enamorado?

Indiscutiblemente esa pregunta me puso nervioso e hizo que suelte una sonrisa ligera. Como si nada de lo que había estado pensando antes de ir a casa de Delia hubiese pasado alguna vez por mi mente, como si ningun propósito me hubiese arrastrado hasta su casa y como si ningún sentimiento me provocara el mirar el rostro de Delia tan enamorado de otra persona que no era yo, respondí la respuesta tal vez más ingeniosa o idiota que se me pudo ocurrir.

-En realidad
mi enamorada no tiene nada que ver con los cuentos que escribo -contesté, dejando una risa estable en mi rostro.

El silencio de tres segundos en la mesa se hizo notorio y yo sólo atiné a tragarme el último pedazo de comida que quedaba en mi plato. Delia me miró extrañada, sin entender lo que yo acababa de decir. La mamá de Delia miró a Delia y el papá de Delia a esta. Fue un entrecruce miradas y lo evidente fue que todos se creyeron la gran mentira, aunque tal vez Delia no.

-¿Tienes una enamorada? -me preguntó Delia, ahora sin mostrar ninguna sonrisa en su cara
-Sí -respondí-. Eso quería contarte ahora...
-¡Oh! -exclamó la mamá de Delia- ¡Qué bueno por ti, hijo! Sólo concéntrate en estudiar mucho...
-Sí, no tienes que descuidar tus estudios -dijo el papá de Delia
-¡Gracias! Lo tengo en cuenta siempre -respondí con una cara feliz-. Felizmente mi enamorada no me quita mucho tiempo...
-¿Por qué no me contaste nada antes? ¿Cuándo pasó? ¿De qué me perdí? -preguntaba Delia, sin avergonzarse de ser tan preguntona
-Es que has estado algo ocupada estos días... -le dije- Buscaba cómo contártelo pero siempre has estado ocupada...
-Discúlpame... -dijo en voz baja Delia- He sido egoísta...

Los platos de la mesa se retiraron y los padres de Delia también. La mamá de Delia sólo aparecía por el comedor para recoger algunas cosas que habían quedado en la mesa. El papá de Delia me estrechó la mano y dijo que deseaba verme pronto otra vez. En la sala sólo quedábamos Delia y yo, sentados en su largo sillón con tapetes coloridos. Otro era ya el tema de conversación, tal como las calificaciones del colegio e incluso nuestros planes para las vacaciones de medio año. Cuando habíamos hablado ya sobre todo tema, el asunto sobre mi enamorada ficticia reapareció.

-¿Podré saber cómo ocurrió lo de tu enamorada y tú? No creo haber desaparecido mucho...-dijo Delia
-Te lo contaré pronto -dije, mirando mi reloj- ¡Ya es hora de irme!
-¿Qué? ¿Tan pronto? Pero no me has contado nada... -exclamó ella
-Sí, lo sé -le respondí, haciendo un gesto desinteresado- ¡Pero es que debo ir a verla justo ahora!
-¿Verla? -preguntó ingenua Delia- ¿A tu enamorada?
-Así es -dije, parándome del sillón y mirando hacia la puerta, como señal de tener que irme rápido.

Delia me abrió la puerta y, aunque yo sabía que estaba siendo cruel con ella, sabía también que estaba siendo justo conmigo después de lo incómodo que la había pasando escuchando un sin fin de historias acerca del popular Martín. Sí, sabía que me había metido en una encrucijada de mentiras pero también sabía que sacaría algo interesante de eso. Me arriesgu
é.

lunes, 7 de marzo de 2011

CAP XXII: ¿Qué opinas de él?

[Dibujos: Erii*]

-¿Quieres limonada? -me ofreció Delia, después de dejar su bolso sobre una mesa de la sala
-No -sonreí-. Estoy bien, gracias
-Siéntate -me dijo, señalando el largo sofá-, voy a demorar un poco... ¿Me podrás esperar?- preguntó
-Claro... ¿A dónde más iría? -respondí con sarcasmo, buscando una sonrisa en la cara de Delia. Sin embargo ella sólo dijo un insípido "OK" y subió las escaleras de su casa.

Se le veía distraída. Se le veía con los ojos más brillosos de lo normal. Se la veía enamorada. Me puse a jugar con mis manos, como de costumbre cuando me sentía nervioso. Miré a todos los lados de la sala y encontraba lo mismo: cuadros alegres, adornos de colores... todo era colorido. El ambiente parecía hecho para que la primera persona que entrara a la sala se sintiese feliz. Lastimosamente conmigo no funcionó. No me encontraba triste, pero tampoco alegre. Estaba preocupado. ¡¿Desde cuándo me preocupaba hablarle a Delia?! Desde que me di cuenta que había empezado a sentir algo especial por ella. Ese día, sentado en su sala, al menos fue el día en el que más nervioso estuve. "¿Cómo le digo a Delia que me gusta?" no dejaba de preguntarme, en mi mente.

De repente apareció un personaje de figura delgada, con grandes rulos en la cabeza y una blusa adornada con un particular lazo rosado. Apareció de pronto en la puerta que conectaba la sala con una aparente cocina, ya que desde la sala se podían ver sartenes, cucharas y ollas hacia el otro lado del cuarto. Esta peculiar figura no podía ser más que la mamá de Delia. Sí, eran idénticas. Obviamente lo único que le faltaba a la mamá de Delia para que sean gemelas eran los bráckets de colores.

-¿Hola? -me saludó la señora, en modo de pregunta
-Ho... Hola -titubeé y me levanté del sofá- Soy amigo de Delia, me ha dicho que... que la esp... espere aquí -no podía dejar de titubear.
-¡Oh! -exclamó la señora, cambiando su cara de susto por una más amigable- No te preocupes... ¡Creo que ya sé quién eres! ¿Tú eres Ricardo?
-¡Sí! -le respondí con una gran sonrisa al notar que la madre de Delia sabía mi nombre
-¡Ohhh! -volvió a exclamar la señora- Gracias por ser un buen amigo de Delia... ¡De verdad muchas gracias! -me dijo, acercándose a mi cada vez más, con los brazos abiertos que me señalaban un pronto abrazo.
-Oh... -dije, sin darme cuenta que su expresión se me había pegado- No me agradezca... Delia es amiga mía porque quiero y eso me hace feliz.
-Pero tú sabes que mi hija tiene problemas para hacer amigos... -dijo su madre, acariciándome el cabello y poniéndome nervioso- De verdad muchas gracias... No le digas que te he dicho esto -hizo el gesto de un contar un secreto-. A ella no le gusta que mencione el tema...
-¡Ah! -respondí, sin admirarme de lo que dijo- No se preocupe. Esta pequeña conversación es confidencial -le dije sonriendo

Cuando parecía que la mamá de Delia iba a darme otro abrazo lleno de energía, Delia apareció bajando las escaleras. Se había demorado por una razón: se había puesto más linda. Se había quitado el uniforme de colegio para vestirse con un jean de los que siempre usaba pero con una camiseta de color azul que le asentaba muy bien. El cabello, como nunca, no se lo sujetó y dejó caer libremente los rizos que había heredado de su mamá. Después, sus lentes y los bráckets seguían ahí. Su rostro estaba igual. Pero ella era mucho más linda para mi.

-Hola mamá -dijo Delia, dándole un beso en la mejilla- ¡Ya lo conociste! ¿Ves lo pronto que fue?

Con ese comentario me sentí alagado, pues sabía que era para mi. El 'Rockero de los 80's' se había ido de mi mente por un buen rato y eso me hacía sentir más tranquilo. Parecía que ahora yo era el protagonista.

-Sí, me alegra conocer por fin a Ricardo -dijo su madre, mirándome con sus ojos tiernos-. Voy a avisar a tu padre que venga a la sala para que lo conozca

Antes de que yo pudiese reaccionar con un gesto o una mueca de nerviosismo, la madre de Delia gritó con fuerza el nombre "GERMÁN". Germán, quien era padre de Delia, ya se encontraba entrando a la sala. Era un hombre de apariencia joven, alta estatura y de ojos pequeños, acompañados de dos grandes lentes. Cuando me vio, lo primero que hizo fue estrechar su mano hacia mi. Ese gesto bastaba para que mis nervios pudiesen calmarse.

-Buenas tardes, mucho gusto -dije rápidamente
-El gusto es mío -respondió el padre de Delia-. Qué bueno que nos visites... Ya queríamos conocerte.
-Es que Delia habla mucho de ti -dijo su madre

Mis mejillas comenzaron a sentir el rubor típico de un chico enamorado, tal como se ponían las mejillas de Delia antes... antes de conocer a Martín, el rockero de los 80's. Cuando empezaba a sentir mi corazón latir mil veces por segundo, Delia cortó el tema con un radical cambio de tema. En ese momento, lo último que podía pensar es que Delia no quería admitir que ella hablaba mucho de mi. Sólo me quedé callado, atendiendo a Delia mientras hablabla y proponía un nuevo tema de conversación.

-A quién también quieres conocer hoy vi -dijo Delia sonriendo pícaramente, como casi nunca veía que lo hiciera
-¿A tu amiguito Martín? -preguntó su madre, juntando las manos como si estuviese orando
-¿Al chico rockero? -preguntó su padre también
-Sí... -suspiró Delia-. A él...

En menos de cinco minutos, el rockero de los 80's había acabado con mi protagonismo. Bastaron unos segundos para que los ojos de Delia se iluminaran con un brillo especial otra vez. Bastaron cinco minutos para que su madre se emocionara por otro tema, el cual ya no protagonizaba yo. El único que se mantenía neutral ante tanta emoción era el padre de Delia, pero pronto empezó a incluirse en la conversación sobre el tema. Yo empecé a sentirme como un hongo... totalmente aislado y sin saber qué decir al respecto.

-¿Esa rosa te la dio él? -preguntó la madre de Delia, agarrando la rosa que Martín le había regalado. La rosa se encontraba en una mesa lejana a la sala, de la cual nunca entendí cómo notaron su presencia en ese preciso momento.
-Sí... -respondió Delia, otra vez con una entonación dulce en lo que decía- Él me la dio... Es la primera rosa que me regalan...

Todo parecía adoptar un sentido muy meloso. Empezaba a sentirme demasiado incómodo, pero la educación me obligaba a dibujar una falsa sonrisa en mi cara.

-Yo los vi desde la ventana -dijo el padre de Delia, quien se había quedado callado igual que yo-. Me parece que es un buen chico...

"Diablos!" pensé. Por un momento había creído que el papá de Delia se encontraba igual de incómodo que yo, pero con su último comentario supe que su papá estaba tan feliz como lo estaba Delia y su madre, quien también actuaba como una chiquilla enamorada.

-Ricardo ya lo conoció también -dijo Delia, cuyos ojos se dirigieron hacia mi después de buen tiempo-. ¿Qué opinas de él, Ricardo?
-Sí, hijo... ¿Qué opinas de él? -preguntó también su madre
-¿Es realmente un buen chico? -agregó su padre

Aquellos ojos que me habían perdido de vista mientras Delia hablaba maravillas de Martín, el rockero de los 80's, se dirigieron hacia mi con un cambio brusco: Delia, su mamá y su papá se encontraban mirándome y en espera de una respuesta mía. Yo ni siquiera había hablado con ese tal Martín... ¿Qué iba a responder? No sabía por qué Delia me hacía eso, justo frente a sus padres...

-No sé qué decir... -contesté nervioso-. No puedo decir que sea buen tipo... No he conversado con él... No puedo decir mucho...

La cara de desilusión de los padres de Delia fue obvia: ambos se miraron e incluso sus caras de alegría se transformaron a caras de preocupación. Delia, la que estaba más emocionadacon el tema, me miró nerviosa e intentó hablarme moviendo la boca pero sin hacer ningún sonido. Yo sabía que Delia quería que apoyase la idea de "que Martín era buena persona", pero yo no pude hacerlo. No podía mentir: Martín no me daba buena espina.

Cuando pensé que el tema acerca del famoso Martin iba a acabar, los padres de Delia se quedaron callados un momento pero continuaron hablando de este luego. Delia, con sus clásicas mejillas sonrojadas, contestaba feliz. Soporté esa situación unos tres o cinco minutos, creo uno de los momentos más largos y fastidiosos de mi vida adolescente. Tenía que aparentar estar de acuerdo con todo: "Sí. Para mi, Martín era buen chico" "Sí. Para mi, Martín era una buena opción de enamorado para Delia"... mi cara tuvo que expresar eso durante todo el tiempo que duró la conversación.

Fue cuando ya no podía soportarlo más que me arreglé mejor la mochila en el hombro y los miré para hacerles notar que yo estaba ahí presente. Justo cuando iba a decir "que tenía que irme", los papás de Delia dejaron de hablar del agradable Martín y se voltearon juntos hacia mi.

-¿Quieres quedarte a comer algo? -preguntó la mamá de Delia
-¡Quédate! -dijo Delia, cogiéndome del brazo y acordándose por fin de mi existencia en su sala.

Tenía ganas de irme. No quería escuchar nada más relacionado con el bendito rockero de los 80's. Tenía la mochila lista y era el momento adecuado para salir de esa casa. Sin embargo no pude hacerlo. La mirada de Delia (aparentemente dulce y suplicante en que me quede) y la mirada sus padres (ambas alegres e incitantes) terminaron por obligar a que me quede a comer algo. Nos dirigimos los cuatro al comedor, el cual estaba al lado de la sala. Era una mesa grande y de mármol. Me senté en una de las sillas y me quedé un buen rato solo, pues Delia y sus papás iban a preparar la comida. Eran alrededor de las siete de la noche y yo aún no había logrado decirle nada a Delia. Aún tenía que quedarme: mi propósito era decirle a Delia, esa misma noche, toda la verdad.

domingo, 6 de marzo de 2011

CAP XXI: ¿Has estado espiándonos?


Suena el teléfono de "El Loco" y es él quien contesta.

-¿Aló? -dijo la voz afónica de "El Loco"
-Soy yo -dije- Llamo para disculparme, me comporté mal contigo -solía ser de pocas palabras cuando pedía perdón-. ¿Caso olvidado?
-Huevón, a mi lo que me amargó es que seas tan poco hombre y no aceptes que la feita te gusta
-¡¿Qué?! ¿La qué? ¿Feita? -me exalté- ¡Delia no es ninguna feita!
-¿Ves que te gusta? -dijo, riéndose con su propio chiste
-Pero qué gracioso eres... -dije con sarcasmo
-Ja, ja, ja... ¡Oye! ¿Y? ¿Cuándo le vas a decir?
-¿Qué me gusta? -temblaron mis labios
-¡Sí pues! Ve a su casa, llámala... ¡No tengo idea de lo que hagas pero hazlo! -dijo "El Loco"
-Ahora se encuentra con un tipo, Loco -le dije-. Seguro ahora están paseando en la feria, comiendo manzanas dulces y regalándose abracitos...
-¡¿Qué?! ¡¡¡Haz algo ya!!! -la desesperación de "El Loco" se hacía notar
-¿Qué quieres que haga? ¡¿Que agarre mi bicicleta y vaya a la feria a buscarlos?!

No sé cómo fue pero, en menos de cinco minutos, colgué el teléfono y ya me encontraba montando mi bicicleta para ir a recorrer ligeramente la feria. Salí sin avisar a mamá y pedaleé lo más rápido en busca de la chica con brackets de colores. La feria era tan grande... ¡Qué locura pasear dentro de ella en una bicicleta! Lo único bueno es que no habían muchas personas pues era día de semana. Tenía los ojos bien abiertos para poder reconocer desde cualquier distancia a una pequeña avecilla de uniforme verde junto a un águila rockera vestida de negro. "¿Dónde podrán estar esos dos?" me preguntaba.

Topé con varias parejas tomadas de la mano, una niña con un enorme oso de felpa en los brazos y un niño distraído con su algodón de azúcar a quien casi derribo con mi bicicleta. Vi a todo tipo de personas pero no encontré ni a Delia ni a su rockero de los 80's. Cuando ya me había dado por vencido y me encontraba fuera de la feria, me pareció ver a Delia y a su rockero. No me equivoqué. Delia y Martín estaban caminando por una vereda, juntos, mas no agarrados de la mano como mi mente lo había estado imaginando. Presentí que se dirigirían a la casa de Delia o tal vez cerca de esta, así que los seguí lo más lento que pude. Tuve que pedalear lento y dar varias vueltas, sino se darían cuenta de mi presencia. Cuando no pude aguantar la lentitud del paso en el que iban, corté camino y les di un adelanto. Me escondí detrás de un árbol, en espera de que ambos llegaran a la casa de Delia. Obviamente me arriesgaba a quedarme esperando por gran tiempo, mas no importaba. Yo sólo quería hablar con Delia. Aunque, bueno, también me perseguía la curiosidad por saber qué pasaría con ellos dos. ¿Se darían un abrazo? ¿Sonreirían mientras los ojos de Delia brillaran como dos luciérnagas? ¿Se darían un beso? Un beso... esa palabra me atormentaba.

De repente, ambas figuras aparecieron. Delia se paró en la puerta de su casa y el rockero se sentó en una de las barandas. No se podía escuchar nada desde el lugar que yo estaba. Me arrepentí de haberme escondido tras del árbol... ¿No pude encontrar un lugar mejor? En fin, sólo tuve que conformarme y quedarme quieto para que no se percataran de que yo los espiaba.

No pasaba nada importante y el silencio parecía habitar entre ambos tórtolos. Sin embargo, "Martín el rockero de los 80's" sacó una rosa para Delia de su bolsillo. "El peor momento ha llegado" pensé. Me junté más al árbol y agudicé los sentidos. Tal vez lo peor estaba por ocurrir. Un abrazo de ambos muy cerca ya podía ser lo peor.

Mas todo ocurrió rápido. El rockero se aproximó a Delia, le besó la mejilla y luego se fue. "¿Tan rápido? ¿No habrá pasado alguna otra cosa en la feria?" me preguntaba. Esperé que el rockero se fuera en su bicicleta y luego subí en la mía. "Tengo que decirle la verdad a Delia" pensé.

-¡Hola! -le dije, sorprendiéndola con un saludo improvisado. Me detuve con mi bicicleta frente a ella y me puse a verla directo a la cara.
-¡Hola! -dijo asustada- ¿Qué haces aquí? ¿Estás aquí hace mucho tiempo?
-Ah... -me puse a fabricar lo que diría- Mmm... -prolongué el tiempo- Estaba frente a tu casa hace un buen rato... ¡pero como te vi con tu amigo no te quise molestar!
-¿Has estado espiándonos? -preguntó ella , poniéndome nervioso
-¿Qué? ¡Jajajaja! -reí exageradamente- ¿Qué hablas? ¡No! Creo que la felicidad de haber estado con tu amigo el rockero te ha afectado un poco, jajaja... -seguí disimulando. Ya sabía que era muy malo disimulando.
-¡Creo que sí! -dijo emocionada- ¡Estoy tan feliz! ¡Tengo que contarte muchas cosas! ¿Quieres pasar a mi casa?
-¿A tu casa? -repetí

Delia y yo teníamos una relación de mejores amigos, pero nunca había puesto ningún pie mío en su casa. En aquellos tiempos no había mucha confianza para invitar a un chico a la casa de una chica así como así. Mas, en ese momento, parecía que la confianza entre Delia y yo estaba dando un nuevo paso.

-Sí, claro -respondí-. ¿Tus papás están? -no entendí por qué pregunté eso... Seguro habría pensado que tenía algo de 'enfermo' en mi cabeza.
-¡Sí, sí están! -respondió emocionada- Ven, pasa, adelante -dijo ella, abriendo la puerta de su casa y estirando el brazo izquierdo hacia adentro como un gesto de bienvenida.

Puse mi pie derecho en el felpudo de su casa que decía con letras doradas "WELCOME", luego di un vistazo hacia adelante y lo primero que vi fueron sillones adornados con tapetes de colores. "¿Todo tiene que ser aquí de colores?" pensé. En fin, di dos pasos más y ya me encontraba dentro de la casa de Delia. Tenía en exceso de color, sí; pero era una casa bonita.

-Siéntate, voy a dejar mi bolso en otro lado -dijo Delia, para luego subir unas grandes escaleras que se dirigían tal vez hacia un piso con puertas de colores también.

Me senté y esperé. Esperé y esperé. En ese momento sólo quedaba fabricar qué sería lo que le diría a Delia. Vueltas y vueltas daba mi cabeza.

viernes, 14 de enero de 2011

Cap XX: Delia también me parece una chica bonita


-¿Crees que puedas ayudarme? -le pregunté a mi madre, mientras me sentaba en el filo de mi cama
-Claro que puedo -dijo ella, sentándose a mi lado-. Haré mi mejor intento... te lo prometo.
-Bien -dije, soltando un suspiro al aire-. Creo que debería comenzar diciéndote que nunca imaginé que Delia se iba a volver tan importante para mi -al decir esto, sentí cómo la sangre subía rápidamente hacia mis mejillas, mis brazos, en fin... todo mi cuerpo. Me avergoncé.

-No te incomodes, yo te entiendo -dijo mamá
-¿Entiendes? ¿Sabes cómo se siente que te guste tu mejor amiga?
-No sé qué se siente enamorarse de una 'mejor amiga' pero sí de un 'mejor amigo' -contestó mamá, colocando su brazo en mi hombro-. Mi mejor amigo era tu papá. Y si bien el romance no duró como lo esperamos, fue la primera y única vez que me he enamoré de verdad... -sus ojos parecían humedecerse un poco-. Conste que estoy siendo totalmente sincera contigo para que entiendas que me coloco en tu lugar...

Que mi mamá mencionara el caso de ella y mi padre me distrajo un poco de lo que yo quería decirle realmente. Mamá casi nunca mencionaba a papá, salvo para quejarse de que este no mandaba el dinero de manutención. Papá y mamá fueron mejores amigos en la universidad, eso yo ya lo sabía. Papá y mamá, después de una larga amistad, se unieron sólo por cuatro años cortos de matrimonio. Eso también lo sabía yo. Lo que me demoré en saber (pero que al fin de cuentas logré enterarme) fue que ellos dos se divorciaron y su relación de mejores amigos se fue al tacho de basura. ¿Qué iba a pasar si a Delia y a mi nos ocurría lo mismo? Si yo le decía a Delia que me gustaba, de repente algún día podíamos pelear y nunca más volver a ser los mismos. No era lo que yo quería para nuestra amistad. Lo que menos quería era acabar como terminaron mi mamá y mi papá.

-... Da un poco de miedo -dije al aire
-¿Te da miedo que se estropee tu amistad con Delia si es que le dices que te gusta? -me preguntó mamá
-... Sí, ¿Cómo sabes? -respondí confundido
-Es muy normal -contestó mamá-. Tu padre me contó que también tenía miedo de lo mismo... ¿Pero sabes? Tu padre se atrevió e igual me dijo para estar juntos.
-... Pero toda su amistad de grandes amigos se fue directo a un barranco -dije, sin ánimos
-Era algo que ninguno de los dos sabía que iba a ocurrir, hijo -contestó mamá- ¿Acaso vas a estar pensando todo el tiempo qué es lo que el futuro tiene preparado para ti? No es así como funciona... Vive tu presente y déjate de temores...
-Pero yo no quiero dejar de ser mejor amigo de Delia -reproché
-¿Quién dice que dejarás de serlo? -me preguntó mamá, mirándome con sus ojos muy expresivos- Estás muy chiquillo para estar preocupándote por lo que pase luego, hijo... Sólo atrévete.

Pensé una o dos tres veces lo último que mi mamá dijo. "Sólo atrévete"... ¡Claro! La vida es una sola y yo debía decirle a Delia lo que sentía por ella... ¡Todo parecía tan fácil! ... hasta que me acordé de otra cosa que me perturbaba: el "qué dirán"...

-¿Tú crees que Delia es simpática? -le pregunté a mamá
-Mmm... Es simpática, por supuesto -contestó-. No he hablado lo suficiente con ella pero parece ser una chica educada, inteligente y respetuosa...
-No mamá, no me refiero a eso... -le dije, tapándome un ojo con la mano
-¿Entonces?
-Me refiero a que...
-¿... Si es bonita? -completó la frase mamá
-Sí... -respondí avergonzado, otra vez
-Bueno... ¿Qué crees tú que significa bonita? -preguntó mamá
-Mamá no vale contestar con una pregunta... -le dije
-Aún no contesto... Sólo quiero que me respondas eso, nada más
-Hmm... -pensé- No sé... -balbuceé- una chica bonita sería una chica con ojos bonitos, cabello bonito, carácter bonito...?
-¿Pero qué es bonito para ti? -preguntó de nuevo mamá
-Caray, mamá... -rasqué mi cabeza- ¡No sé! Bonito es algo que a mis ojos les guste mirar y ya... Simplemente que me agrade...
-¿Delia te agrada? -volvió a preguntar
-Sí... parece que sí... -respondí
-¿Parece? ¿Por qué "parece"?

Abrí y cerré mis ojos unas tres veces seguidas, moví mis manos de diferentes formas como suelo hacer cuando estoy nervioso y me rasqué la cabeza una segunda vez.

-Yo sé que es extraño, mamá, pero Delia me parece bonita de alguna forma... Sé que es difícil entenderlo con esos brackets grandes y coloridos que lleva en su boca, con ese cabello algo rebelde y con esos lentes que la hacen parecerse a la tía Mariana... -suspiré, cansado de hablar tan rápido- Pero Delia me gusta... de alguna forma me gusta y ya.
-¿Te gusta mucho o te gusta poco?
-Mamá... no sé... es incómodo hablar de esto...
-Me voy, si deseas... -dijo mamá, haciendo un aplauso sin sonido como los que hacía ella cuando terminaba una acción
-No, no, no -la detuve-. ¡Delia me gusta mucho! ... De repente no es la chica más bonita de todas pero siento que no puedo dejar de ver su sonrisa sin que me alegre o que no puedo dejar de escuchar su voz sin que me sienta bien... Es simple... ¡Pasan los días y quiero verla más!
-O sea, te gusta verla... dijo mamá
-Sí, me gusta verla -respondí- A ella y a sus brackets, su cabello desordenado, sus lentes grandes, su vocecita suave... ¡Todo! aunque parezca difícil creerlo...
-Entonces de verdad te gusta Delia, hijo mío -sonrió mamá- Tú sólo te has respondido.
-Sí, mamá... Parece que recién acabo de darme cuenta -le contesté
-¿Y por qué es difícil de creerlo? ¿Tú tampoco lo podías creer? -preguntó mamá
-No, no lo podía creer... -respondí

Delia me gustaba. Listo, ya lo había comprendido. Incluso sentía celos de ella y su "amigo el rockero" en ese momento: era una señal de que Delia me gustaba, mucho más que una simple amiga. Pero, ¿El resto lo entendería? ¿Se acuerdan de la 'Lista Federal', no? Esta lista agrupaba a todas las chicas del salón en el orden de su belleza y el único jurado éramos nosotros: los hombres del salón. Delia era la última en la lista de las chicas "más bonitas" (si es que los chicos de mi salón podían nombrar a Delia como "bonita"). Dentro de mi inmadurez, yo entendía que estaba comportándome un poco estúpido al interesarme tanto por lo que pensara el resto; pero aún no estaba completamente maduro como para entenderlo a un cien por ciento. Felizmente, para aclarar mis ideas desordenadas, se encontraba mamá.

-Los chicos del salón la consideran fea... -le dije a mamá
-¿Por sus brackets? ¿No es un poco tonto eso? -preguntó
-No es sólo por eso... -dije- es decir, sus brackets son muy extravagantes... llenos de color y con un tamaño extra jumbo, sus lentes son tan enormes que casi no puedes ver sus ojos... Creo que esconde tanto detrás de muchas cosas en la cara...
-Pero tú la ves bonita, a pesar de eso... -dijo mamá
-Sí... -asentí
-Eso es lo único que importa, hijo... Tienes que aprender a no dejarte llevar por lo que piensa el resto.
-Un poco difícil... -suspiré- los amigos siempre están ahí para dar su opinión sobre todo...
-Así te darás cuenta de quiénes son tus verdaderos amigos, hijo. Tienen que respetar lo que pienses, lo que creas y lo que te guste -mamá hizo una pausa- ¿Te digo un secreto?
-¿Cuál? -pregunté
-A mi también me parece que Delia es una chica bonita.
-¿Lo dices por decir? -pregunté, desconfiado como algunas veces
-No, lo digo en serio -mamá sonrió- de repente sucede que ya puedes apreciar la belleza de verdad, igual que tu madre...
-Sí... -respondí, sonriendo y sintiendo que mis mejillas estaban calientes

Mamá se puso de pie, me dio un beso en la frente y se retiró de mi cuarto. Yo ya me sentía mejor: mi mamá era una genio. "¿Por qué las madres lo saben TODO?" me preguntaba a mi mismo (esta es una pregunta que aún no consigo responder). Ya estaba feliz. Ya estaba convencido. Ahora sólo quedaba una cosa por hacer antes de ir a decirle a Delia lo que yo sentía por ella: disculparme con "El Loco", pues me había comportado mal con él. Tomé teléfono y lo llamé: dos amigos comenzaron a conversar.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

CAP XIX: ¿Debía confiar en ella?


Recordé cuando conocí a Delia: fue un día cualquiera y se había convertido en un recuerdo borroso. Ella había llegado dos años atrás a nuestro colegio, como alumna nueva. La profesora la presentó como Delia Hidalgo, de catorce años. Su aspecto era el mismo que lucia en ese momento: lentes grandes de marco negro, cabello ensortijado sujeto en una cola y unos brackets coloridos en cada uno de sus dientes. Su llegada al colegio no fue un gran acontecimiento: sólo era una chica nueva y nada más. Sin embargo, debo admitir que otras alumnas nuevas que se incorporaron a nuestro colegio no pasaron tan desapercibidas como sí lo hizo Delia.

Recordé que la primera vez que hablé con Delia por más de cinco minutos fue en un paradero equivocado y todo por culpa de "El Loco": huía de él y de sus amigas que tanto quería presentarme. Recuerdo que cuando la vi ahí, en el paradero, sentí fastidio, pues no sabía de qué hablar con ella. Sin embargo, me había preocupado en vano: ella supo manejar la conversación.

Recordé que luego ella se ofreció para ayudarme en el curso de Historia. Por supuesto también recuerdo que su ayuda no fue muy necesaria, pues el curso de Historia no me parecía tan difícil. Sin embargo, ese fue el día en que nuestra relación de simples conocidos se convirtió en una relación de posibles amigos. Recuerdo que lo primero que me cautivó de ella fue que sea una chica distinta a las demás: siempre la veía dibujando, tranquila... sin preocuparse de cosas sin sentido, como la hacían otras chicas de su edad.

Empezó a gustarme lo que conversabamos ella y yo: hablábamos de nuestros días, de nuestros gustos, de nuestros problemas... de tentas cosas. Poco a poco, nos hicimos más que amigos: mejores amigos. Yo tenía muchas amigas, en aquel entonces, pero nunca había logrado tener una amistad tan buena como la que estaba iniciando con Delia. Todas mis amigas habían sido chicas que me gustaron o sino, chicas de mi colegio o de alguna que otra fiesta. Nunca había tenido una amiga con quien poder hablar de varios temas y, que a la vez, sea un poco diferente al resto. Este lugar comenzó a ocuparse por Delia.

¿Y qué? ¿Después de unas semanas ya me gustaba Delia? ¡No lo concebía! ¿Me gustaba de verdad o sólo me dejaba llevar por las ideas de "El Loco"? Recordé que "El Loco" también me había metido la idea de que yo le gustaba a Delia. Esta idea me trajo varios problemas, pues empecé a sentirme fastidiado en compañía de Delia. Al final, desmentí esa suposición al enterarme que el "chico de los sueños" de Delia era un tal Martín: un chico con estilo rockero de los 80's.

Recuerdo que por pensar que yo le gustaba a Delia, ya no me sentía cómodo estando a su lado. Recuerdo que traté de averiguar por mi cuenta si aquel pensamiento era cierto, el cual no lo fue. Sin embargo, a pesar de desear que Delia no estuviese enamorada de mi, al enterarme que no era yo el "afortunado", la sensación que tuve no fue de alegría: al contrario, sentí desilusión. Entonces, ¿Qué era lo que yo quería realmente? ¿Deseaba o no que Delia estuviese enamorada de mi? Era muy confuso saberlo en ese momento... Todas las ideas las tenía mezcladas. Todo pensamiento estaba revoloteando hasta que llegó esa tarde, en la cual "El Loco" me hizo le pregunta de fuego: "¿Te gusta Delia?" y ahí había quedado todo.

Entonces, ahí me encontraba: sentado en el piso de mi habitación, al costado de "El Loco" y ambos mirando al videojuego del televisor. "El Loco" apartó la vista de la pantalla y dirigó su mirada hacia mi: estaba esperando mi respuesta a su pregunta. Yo veía la pantalla, veía el techo de mi cuarto, veía el suelo... No tenía una respuesta determinada. ¿Qué era lo que yo quería, realmente? tal vez, Delia sí me gustaba; tal vez yo sólo tenía vergüenza de lo que opinara el resto de mis amigos... No sabía, no sabía exactamente qué estaba sintiendo.

-Creo que me gusta -le dije, sin vocalizar bien las palabras.
-¡Por fin lo dices... ! -exclamó "El Loco", tomando un trago de cerveza y sonriendo con seguridad.
-¿Por qué? -estaba corto de palabras
-Yo siempre he pensado que te gusta, ya te lo dije -hizo una pausa para beber el último trago de su lata de cerveza-. Tú tratas a Delia de forma distinta que a las demás chicas -hizo otra pausa-. Con Delia, eres un poco más atento...
-¿No debemos ser así con todas las mujeres? -le pregunté
-Pues claro que sí... -respondió, sin mucha convicción en sus palabras- ¡Pero con Delia tú lo eres mucho más! Si tenían un malentendido, tú la buscabas para resolverlo; si le pasaba algo, tú estabas ahí para saber de qué se trataba... ¡Si alguien la molestaba, tú estabas para defenderla!
-Sólo la he defendido una vez... -dije, acordándome del episodio con Andrea Villavicencio
-Pero esa única vez contó como diez, ¿No crees? -dijo, sonriendo-. Todo el mundo cree que a ti te gusta Delia... ¡Todo el mundo ya lo dio por hecho!
-¿Entonces estás sugiriendo que sólo porque todo el mundo infiere eso a mi me tiene que gustar Delia?
-Tampoco es eso... -dijo "El Loco"
-¿Entonces qué? Primero quisiste que creyera que Delia estaba enamorada de mi... ¿Ahora quieres que yo mismo me convenza de que ella me gusta? -le dije, algo irritado
-¡Pero si tú mismo lo has admitido... !
-No -lo interrumpí-. ¡Sólo estoy haciéndote caso! Sólo estoy diciendo tonterías por tu culpa... ¡Tú eres el que me metes ideas tontas!
-Oye...
-¿Qué cosa? -volví a interrumpirlo
-Me voy -dijo, guardando las latas vacías de cerveza en su mochila-. Necesitas arreglar tus asuntos y aclarar lo que piensas.
-¿Yo? ¡Tú deja de entrometerte! -le dije, más molesto
-¿Seguro?
-¡Seguro! -asentí
-Bien -dijo él, cargando su mochila y acercándose a la puerta de mi cuarto-. Pero luego cuando pidas que tu mejor amigo esté ahí, para aconsejarte, no te preguntes dónde pueda estar...
-Sólo vete...
-Ok -dijo "El Loco", antes de cruzar la puerta de mi cuarto y "hacerse humo".

Estaba más confundido que nunca. ¿Qué hacer en ese momento? Siempre contaba con la presencia de Delia cuando aparecían ese tipo de problemas; sin embargo, en ese momento, Delia se encontraba paseando en una feria al costado de su adorado Martín. Si no estaba Delia, se encontraba "El Loco", quien acababa de salir molesto de mi casa. ¿Ahora quién? ¿Ahora quién?

Sonó la puerta de mi cuarto y lo primero que pensé fue que "El Loco" había regresado a disculparse.

-¿Sí?
-Soy yo -dijo la voz de mi mamá, al otro lado de la puerta.
-Pasa... -contesté

Mi mamá, ya sin el delantal puesto y con su mirada tierna puesta en mi, se me acercó y acarició mi cabello, como solía hacerlo cuando era niño.

-Tienes algo, ¿No? -me preguntó
-No -le mentí, aunque me sintiera mal de hacerlo-. ¿Por qué?
-Sentido de madre... Creo que a mi hijo le pasa algo -dijo, con su voz de tonalidad sabihonda
-¿En serio crees que tengo algo? -le pregunté
-Si no fuese por esa mirada distraída que tienes, tu poco apetito a la hora de almorzar y esa lata de cerveza que veo tirada al lado de tu televisor, pensaría que no tienes nada -se me había olvidado botar todas las latas de cerveza-. Así que... ¿Qué tienes, hijo? -preguntó ella
-Nada, mamá -volví a mentirle-. En serio estoy bien.
-... Si tu amigo no se hubiese ido con una expresión molesta en el rostro, tampoco pensaría que estás mal... -insistió ella.

Aparté la vista del suelo por un momento y giré hacia los ojos de mi madre. Su mirada me expresaba sosiego, tranquilidad, paz... ¿Debía contarle sobre lo sucedido? ¿Debía confiar en ella? Mi madre era una linda persona: dispuesta a ayudarme siempre. Sin embargo, los hombres, a veces, preferimos ser reservados con nuestros asuntos. A pesar de eso, sentí que estaba en una situación donde la única persona que podía ayudarme era mi madre. Ahora, ¿Por dónde comenzar?